Un crimen que se preservó en la memoria aborigen

Los cuerpos, tirados en un bosque tras los fusilamientos, tienen rastros de estallidos de la masa craneana

"Los cadáveres estaban juntos, como cuando son arrojados. Un gran número de los cuerpos presentaba estallidos de la masa craneana, por recibir balas de alto calibre, según indican los expertos", dijo ayer el abogado Carlos Díaz a La Capital .

El letrado también señaló que los restos "están deteriorados. La teoría es que fueron cubiertos con una capa de tierra que se fue lavando y por ello empezaron a quedar cerca de la superficie. Algunos se hallaron a sólo diez centímetros de profundidad".

"El lugar está a 20 kilómetros de donde se produjo la matanza de Rincón Bomba, los cuerpos fueron trasladados luego del asesinato. Además, no se encontraron restos de vainas de proyectiles, a pesar que se los rastreó con detectores de metales. Pero sí aparecieron restos de tornillos y bulones, que serían de los camiones de Gendarmería que transportaron los cadáveres", explicó.

Sobre el lugar, Díaz indicó que es un bosque bajo y cerrado que fue explotado por La Forestal, célebre empresa que devastó montes de la región.

"Las excavaciones se hacen por capa y sectores y por ello llevará muchos días el trabajo en la fosa común", contó el abogado. También agregó que el trabajo del equipo de cinco antropólogos y otros tantos ayudantes, se realiza con mucho esfuerzo y sus propios vehículos y combustible. "Es fundamental que nos ayuden con palas, picos, nafta, carpas. Por eso pedimos apoyo a las organizaciones sociales, y también se lo solicitamos a la Nación, quien debe cumplir con su deber ético", remarcó.

Formosa fue hasta 1956 un territorio nacional administrado por un interventor. "Gendarmería dijo poner su archivo a disposición de la causa, pero nunca los pudimos utilizar. También hay documentos de 1982, de esa fuerza, en los que se relata la masacre", remarcó el letrado.

Sobre la actitud de Gendarmería, dijo que "cuando en diciembre de 2005 hallamos el primer cuerpo Gendarmería se presentó en el lugar con unos diez efectivos y tomaron fotos. Hoy (por ayer) no aparecieron, a pesar de estar notificados por el juez sobre el operativo".

"Creo que el segundo comandante de Gendarmería fue quien en 1947 instaló nidos de ametralladoras ante los indígenas. El dio la orden de disparar, y tras caer muchos, salieron al monte en cacería para terminar con los sobrevivientes. Se estima que fueron muertos unos quinientos pilagás", resaltó el abogado citando estudios históricos.

"Todas las masacres -comentó- se justificaron por el miedo al malón, pero los tobas y pilagás no tenían malones. Además, cuando fueron fusilados tenían carteles de Perón y tras el hecho, Evita recibió a algunos sobrevivientes".

Ahora, los hallazgos prueban las hipótesis de los investigadores. "La zona no es un cementerio y no ocurrió allí otra matanza, sabíamos que estaban enterrados allí las víctimas de la matanza. La gente en la zona conocía su existencia, se habló siempre del tema, pero se temía que alguien tomara represalias ante alguna denuncia", dijo Díaz.

Sobre las expectativas de una reparación histórica, comentó que "los sobrevivientes tienen como un desahogo tras 50 años, no creían que la matanza saldría a la luz". Tras los hallazgos de ayer, un grupo de indígenas hicieron una ceremonia de recogimiento en lengua pilagás y en español.

"La etnia pilagás no pasa hoy de los cuatro mil miembros. Es una comunidad que la ONU estima en extinción. Sólo habitan en Formosa, en Pozo del Tigre, Las Lomitas, Campos del Cielo, entre otras localidades. Viven de la caza y la pesca y mantienen la lengua. Y, cuando hablan de la masacre, es estremecedor cómo los sobrevivientes se expresan con una profunda espiritualidad y poesía", resaltó Díaz.