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 sábado, 18 de marzo de 2006  
Artesanos
Monedas caladas
Eternamente valiosas. Antiguas, extrañas o de colección, son las preferidas por José Castillo para aplicar sobre el metal

Paulina Schmidt

Más allá del estricto valor tangible, históricamente representaron sistemas políticos y económicos, pautas sociales y religiosas, como también historias de vida. Monedas de oro, plata y bronce reflejan la historia y cultura de una nación, y el inexorable paso del tiempo. Antiguas, extrañas, de colección, todos alguna vez guardamos una que quizás todavía anida un sentimiento o recuerdo que los años no lograron corromper.

José Castillo propone revalorizar cada una de estas piezas mediante una técnica artesanal que logra calar monedas y las convierte en colgantes, llaveros o prendedores. "En lugar de tenerla perdida en un cajón es preferible colgarla y revivir ese valor sentimental que llevó a guardarla por tanto tiempo. Por lo general busco aquellas que tengan algún dibujo en particular y que sean llamativas, originales o de colección. No importa si son pequeñas o grandes, de plata o bronce", resaltó Castillo mientras charlaba con Estilo.

Procedentes de Japón, Austria, Suiza, y principalmente de Italia y España, todas son diferentes y adquieren brillo propio. El dibujo y el metal cobran vida cuando ingresa la luz en cada trazo de la figura. De plata, bronce, aluminio, acero, níquel o cobre, cada país acuñó sus propias aleaciones. Las actuales monedas argentinas son de cobre y níquel.

Casi todas pesan entre dos y doce gramos. Proporcionales a su espesor y el tiempo de calado, varía el dibujo. El trabajo manual no encuentra variantes de una moneda a otra, pero cuando se trata de monedas de oro, el artesano atiende expresamente los requerimientos y detalles. "Algunos eligen monedas caladas para hacer una rastra, incluso aros, si son monedas pequeñas como las francesas", detalla Castillo.


Entre historias y recuerdos
Poco importa si son propias, del abuelo de algún familiar, o su escaso valor, sí en cambio el sentimiento que generan. "Todos alguna vez, y principalmente durante la niñez, hemos coleccionado monedas porque nos gustaba el dibujo o significaban algo especial, como por ejemplo, la primera moneda que el abuelo ganó cuando llegó a la Argentina. Esta carga emocional es tan valiosa como el trabajo de calar la pieza y recuperar algún hecho de la historia. Tener la moneda de San Jorge, que fue quien mató al dragón, o una de México con el escudo azteca, para muchos se convierte casi en un fanatismo. Luego viene la tarea del artesano, quien rescata el valor artístico y la hace brillar", resalta.

Cospeles de Entel, fichas de Sacoa, ediciones especiales para mundiales, incluso monedas de 1890 como los centavos de patacón de plata con el escudo de la Confederación, figuran en la colección de monedas caladas de Castillo.

El artesano adoptó la técnica desde hace seis años, aunque argumenta que su gran afición por las manualidades y los oficios nació luego de recibirse de técnico electrónico en el Colegio San José. "En la feria de Colón, encontré un artesano que trabajaba con monedas y me gustó muchísimo lo que hacía. Luego comencé a investigar con qué elementos podía calar una y en verdad, destruí varias hasta que aprendí. Mis primeros trabajos fueron con monedas que había guardado cuidadosamente tiempo atrás, casi todas de origen nacional".

El reconocimiento para Castillo llegó hace poco a través de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario, por su trabajo sobre una moneda de Túnez con una inscripción del Corán. Esta pieza le llevó diez horas de trabajo.


Calado exacto
"La exactitud del corte es lo más difícil. El diseño y proyección del calado son primordiales, porque los nervios luego sostienen al dibujo, y permiten que las figuras o palabras parezcan suspendidas en el aire", explica. La sierra, de un espesor aproximado de 0,2 o 0,3 milímetros, es la herramienta básica y elemental para lograr la técnica, que tiene pocos secretos y mucha precisión.

Para Castillo conseguir las monedas no siempre resulta sencillo. A veces encuentra las mejores piezas en Buenos Aires, en las casas de numismática o bien las encarga directamente al país de origen.

Aunque no sea el único artesano dedicado a este oficio, Castillo asegura que muchos todavía se sorprenden cuando descubren una moneda calada. "Algunos sólo buscan la fecha grabada, que sean argentinas o bien raras. Pero casi todos desean que corresponda con su país natal o de donde proviene su familia".

Castillo expone sus trabajos en la Feria del Bajo y también en Recoleta. Mientras acomoda una vez más el paño con monedas como si fueran historias, reconoce agradecido la posibilidad de ingresar a las ferias más importantes del país.


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