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sábado,
18 de
marzo de
2006 |
El corazón de
la gente visto
en las barriadas
Monseñor Mollaghan viene de la diócesis de San Miguel, Buenos Aires, donde durante seis años impulsó un trabajo de promoción humana y de fe. "Allí encontré un corazón abierto en la gente, en sus barriadas", recordó, y explicó que su anterior destino incluía cuatro grandes grupos urbanos: además de San Miguel, las zonas de José C Paz, Los Polvorines y Gran Bourg.
"Son lugares que están en crecimiento y por eso trabajamos mucho para que esos barrios crecieran en todo sentido, a veces con mucha solidaridad, ayudando a los más necesitados", explicó y recordó que fue Juan Pablo II quien lo nombró en aquella diócesis.
Haciendo un repaso de lo que fue su tarea pastoral en Buenos Aires, dijo que en especial José C.Paz puede considerarse como una de las zonas más pobres de aquella diócesis. También mencionó al sector conocido como arroyo Pinazzo, junto al río Reconquista, como uno de los lugares más desfavorecidos para apuntalar la solidaridad cristiana.
Según Mollaghan, en esos escenarios de carencias, las comunidades son "muy vivas, de mucha fe, en las que hay una verdadera red de Cáritas que atiende un gran número de comedores comunitarios y centros de desarrollo infantil donde el niño pasa parte del día". Aunque enfatizó que la mesa familiar debe priorizarse por sobre cualquier tipo de asistencia.
Para Mollaghan, la tarea allí desarrollada trascendía lo social y engarzaba con la fe. En su opinión, la presencia de un obispo debe estar en las "cosas de la fe", además de en las parroquias, los colegios y los barrios. Así, explicó que en la diócesis de San Miguel no sólo recibían ayuda material, también había centros de espiritualidad.
En ese marco, rescató una anécdota que lo conmovió pocos días antes de dejar el lugar. "En uno de los comedores para los ancianos celebraron los 90 años de una abuela, era la primera vez en su vida que festejaba su cumpleaños, en ese comedor ella tiene una familia en Cristo", explicó.
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