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sábado,
18 de
marzo de
2006 |
Opinión
Derechos humanos, una práctica cotidiana
Viviana Della Siega (*)
Entendemos la educación en derechos humanos desde una visión holística y con perspectiva de género. Asimismo, concebimos a los derechos humanos como un conocimiento social, como conquista histórica y sujetos, por lo tanto, a cambios que siempre signifiquen avances y ampliaciones.
No se trata, por otra parte, de una mera repetición de las normas que codifican en el sistema internacional y regional a los derechos humanos para su inclusión en la currícula escolar, sino de lograr la incorporación de los principios que los sustentan para garantizar, en el currículo manifiesto y en el oculto, en todas y cada una de las prácticas personales e institucionales, el respeto de los derechos humanos.
Se trata al mismo tiempo — al decir de Abraham Magendzo— de un contenido y un quehacer, puesto que se pone en juego una totalidad educativa que compromete al contenido, al método y al mensaje, a la interacción humana al interior de la escuela y fuera de ésta.
La vida misma y la cotidianeidad que se refleja en los medios de comunicación constituyen el “libro de texto” para el aprendizaje de los derechos humanos, su ejercicio y su violación, su demanda y su satisfacción, su plenitud y su carencia.
El marco de los derechos humanos nos brinda una perspectiva distinta a la hora de analizar la realidad, una lectura diferente de lo que sucede en el espacio público y privado, de las conductas, las relaciones, los comportamientos sociales, una mirada comprensiva de los por qué y para qué.
Los derechos humanos están naturalmente ligados a la democracia, pero más aún a la justicia social y al respeto a la diversidad.
(*) Comunicadora social. Responsable de educación de la Defensoría del Pueblo de Santa Fe.
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