Tema de la semana

El precio de la carne, en el centro de la escena económica

El presidente Néstor Kirchner se enojó y tomó medidas drásticas contra los exportadores de carne el miércoles, desató un revuelo entre industriales del sector el jueves y, el viernes, el precio del principal producto alimenticio nacional bajó 20% en el mercado concentrador de Liniers, el lugar considerado como la catedral de la compra y venta de hacienda en pie de la Argentina.

  Puestas así las cosas en el escenario económico nacional de la semana que terminó, la suspensión de las ventas internacionales de carnes por 180 días dio un instantáneo resultado a favor de los consumidores. Se espera, entonces, que la baja se traduzca en las góndolas desde mañana. Un dato: a Liniers ingresaron para la venta el viernes 24.729 cabezas, la oferta más grande desde 1992. Empero, desde la actividad primaria prevén que en el mediano y largo plazo la drástica determinación lesione en gran modo los intereses del sector cárnico nacional. En principio, dirigentes gremiales de la actividad —como los de Federación Agraria, Confederaciones Rurales y Coninagro— afirman al unísono que la honda restricción para exportar terminará favoreciendo los negocios de naciones ganaderas vecinas como Brasil y no tanto como Australia, al tiempo que dejará el tendal de productores argentinos con las ganas de hacer las operaciones que soñaron forjar desde hace décadas.

  Para evitar la estampida, los popes de las organizaciones prometen entregar el martes a Kirchner (o a quién los atienda en la Casa Rosada) un plan alternativo que supere la restricción para vender carne al mundo. Los borradores contemplan medidas fiscales como la reducción del IVA minorista y modificar las reglamentaciones que limitan la venta de animales en pie de bajo peso. Los gremialistas creen que aún hay tiempo para obtener un cambio de opinión del presidente e invertirán esfuerzo en lograrlo.

  De todos modos, por el otro andarivel aparecen los consumidores —en especial los asalariados de clase media y baja— que aguardan con ansias poder comprar a seis pesos el kilo de bifes para milanesas o el de asado a sólo cinco. El compromiso público de la máxima autoridad nacional fue hacer “lo necesario” para bajar el precio de la carne para satisfacer las necesidades de la gente y en eso le va parte de su prestigio.

  Para acceder a una aproximación del tenor del enojo de Néstor Kirchner con los exportadores basta con dar crédito a una información divulgada por fuentes ligadas a la Secretaría de Agricultura y Ganadería de la Nación: en la tarde del miércoles se encontraban funcionarios de esa repartición con la ministra de Economía Felisa Miceli cerrando el plan de cupos a la exportación de carnes cuando el presidente la llamó urgente a su despacho. Horas más tarde la funcionaria anunciaba la suspensión de las ventas al mundo por seis meses. En media tarde se canceló el plan de ventas controladas y se puso en estado público la lisa y llana cancelación de las exportaciones.

  Miceli firmó el viernes la resolución que suspende las exportaciones y amplía las retenciones para otros. Con la difusión de la norma (que lleva el número 114/06), el gobierno ratificó su decisión de mantener a rajatablas la medida. En adhesión al presidente, Oscar Sbatella, de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, anunció que la transparencia de las operaciones en la principal plaza de animales en pie del país, comenzará a ser controlada por abogados y economistas de ese organismo. “Vamos a Liniers porque el año pasado la Secretaría de Agricultura hizo una denuncia sobre presuntas maniobras que distorsionan la competencia. Es más, luego estaremos controlando que no haya especulación en los frigoríficos” dijo y de ese modo anunció que los consumidores saldrán a defender la determinación presidencial.