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domingo,
12 de
marzo de
2006 |
Iluminar la otra cara de la Epe
Carlos Duclós / La Capital
El reclamo de acciones justas es un derecho legítimo de todo ser humano, incluso la protesta, si no es violenta y no avasalla los derechos de los demás, no sólo puede decirse que es legítima sino a veces necesaria para cambiar el rumbo de las cosas. La oposición política, por lo demás, es una herramienta indispensable no sólo para el contralor de los actos de gobierno, sino para mantener el equilibrio institucional que impida el desmadre de la función y se caiga en diversas forma de aberraciones gubernamentales. Sin embargo, cuando la protesta es insensata se torna en inservible y a veces en perjudicial y cuando la oposición es necia y falaz y sólo responde a su propio interés bien puede aguardarse el desplome de la sociedad. Entonces se produce el desenfreno de la pasión que casi siempre acaba con el propósito social de vivir en paz, con justicia y en un marco de dignidad satisfecha. Rousseau tenía razón cuando decía: "Todas la pasiones son buenas cuando uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan".
Un certero pensamiento que encaja justo para algunos políticos, pero también para muchos seres humanos que conforman el abigarrado espectro social. En la República Argentina la pasión exacerbada, indominada, de la clase política ha sido uno de sus males históricos. En los últimos tiempos esta clase de pasión afectó también a buena parte de la sociedad. Y bien puede decirse que es esta pasión la que nos arroja a veces, sin red, al vacío de la crítica. Desde distintos ámbitos sociales se critica por pura pasión desbocada y desde cada ámbito social portando el estandarte de intereses distintos. La forma de la protesta, en estos casos, ¿es justa?
Un gobierno y dos empresas
No hay dudas de que el gobierno de la provincia cometió, comete y cometerá probablemente errores, pero si como hacían los antiguos egipcios con el corazón de los muertos para saber si eran justos y cual sería su destino en el más allá, se pesaran en la balanza de Maat las acciones del gobierno provincial, tal vez habría sorpresas. Esto viene a cuento en virtud de algunas reflexiones que un grupo de personas ha hecho durante la semana que pasó en un foro privado y reducido respecto de dos empresas provinciales: la Empresa Provincial de la Energía (EPE) y la flamante Aguas Santafesinas. Detener la mirada un poco más en la primera de ellas puede ser interesante. En primer lugar, dígase que los trabajadores de la EPE, en general, merecen el reconocimiento no sólo de las autoridades de la empresa (quienes días atrás los felicitaron por el trabajo realizado en función de arreglar desperfectos durante este verano) sino de la ciudadanía en general; porque sino fuera por estos operarios que se la pasaron cavando y poniendo parches, el verano de los rosarinos hubiera sido más caliente. No en vano, en el foro reservado al que se hace referencia, un gremialista defendió con firmeza el rol de los trabajadores del sector: "Ojalá muchos imitaran a nuestros muchachos", dijo.
Al trazar un panorama superficial y rápido desde la gran estructura de la EPE hasta la boleta que recibe el contribuyente nos encontramos con las siguientes realidades: Que con esta figura jurídica (la de Empresa Provincial) este monstruo no sobrevivirá y la ciudadanía pagará las consecuencias. En ese marco todo es burocrático, lento y fastidioso. La compra de repuestos es toda una aventura "expedientil" y la inversión un sueño. Con esta figura jurídica, muchos santafesinos siguen subvencionando, por ejemplo, a cientos de familias pobres que no pueden pagar el servicio, mientras que esta subvención debería estar a cargo de los estados nacional, provincial y municipal.
Sin embargo, no todos saben que el gobierno de Jorge Obeid pretendió modificar esta situación sin suerte. El proyecto enviado a la Legislatura por el Poder Ejecutivo hace un tiempo para modificar la figura jurídica de la EPE y hacer una empresa más ágil y en desarrollo se perdió en algún punto del espacio y el tiempo legislativo y, según dicen algunos, está por perder estado parlamentario en pocos días más.
"La verdad es que por el imperio de la Ley 10.014 -dice un funcionario- un expediente para hacer una obra puede demorarse cuatro años". La misma fuente asegura que, además, "todo se maneja desde Santa Fe y nadie advierte que la recaudación mayor la genera el sur y puntualmente Rosario. Un Rosario -dice- que no tiene poder de decisión. La mayoría de los gerentes están en la capital provincial y nadie advierte que aquí, en todos los sectores del gobierno, hay que descentralizar, imitar al gobernador que buena parte de su vida la pasa en su casa de Fisherton. Nadie parece captar ese mensaje".
"Protestones deudores"
La paradoja, a la hora del análisis, llega a un grado de sorpresa cuando en el foro reducido alguien señala, con fundamentos inobjetables y pruebas palpables, que algunos de los que suelen protestar durante los cortes, "le deben a la EPE decena de miles de pesos y tienen actas labradas por fraude". En el ambiente se hizo entonces un clima que fue imposible de definir. Una mezcla rara de comedia y drama. No son pocos los que salieron convencidos de la informal reunión de que "si bien los vecinos tienen razón, parece que en muchos casos las protestas no son más que un acto político encubierto y opositor". ¿Podría ser así? Bueno, todo es posible en la Argentina desconocida. Pese a los deudores "protestones", que según dicen existen y que individualmente en ciertos casos adeudan decenas de miles de pesos y pese a los "protestones" con actas por hurtar energía (¿¡increíble, verdad!?) el gobernador Obeid, en un acto de justicia para algunos, decidió indemnizaciones por los daños. La pregunta que surge es: ¿No se sucederán cataratas de reclamos injustos, de la misma manera que algunos protestaron injustamente?
A la hora de revisar la "boleta de la luz", el vecino se lleva más sorpresas: la Municipalidad cobra un porcentaje por revisar los medidores, control que jamás hace, desde luego; también cobra un porcentaje que va destinado a la Caja de Jubilaciones y un porcentaje por lo que se llama el espacio aéreo, o sea el permiso concedido por el municipio para el tendido de cables. Todo esto que es ajeno al consumo de energía, y mucho más, como el Iva del 21 por ciento, lo paga el vecino. Pero lo que muy pocos saben, y es otro acto de esta comedia, en la que nada tiene que ver el gobierno provincial, es que en la "boleta de la luz", como se la denomina usualmente, hay un ítem que dice: "Ley 23.681". ¿Sabrá el vecino de Rosario y del país, de qué se trata esto? Seguramente no. Pues es nada menos que la ayuda que "involuntariamente" le prestan todos los contribuyentes argentinos a la provincia de Santa Cruz "para que pueda hacer obras" vinculadas a la energía eléctrica. Debe quedar en claro, no obstante, para despejar sospechas, de que esta ley nacional es muy anterior a la actual gestión del presidente Kirchner.
En fin, como se decía al principio, protestar es necesario pero en ocasiones la protesta debe servir, como decía el sobrino de Napoleón, para curar la enfermedad política y no como resentimiento, venganza o ventaja electoral. La apresurada crítica realizada, por ejemplo, a la recientemente creada Aguas Santafesinas, ha tenido más sabor a campaña electoral que a otra cosa. Y, sin embargo, a pocos días de funcionar lo cierto es que ya hay presupuesto destinado a más obras y éstas ejecutándose. No hay dudas de que una evaluación cierta podrá realizarse de aquí a unos meses y así como es prematuro decir que todo anda sobre ruedas en dicha empresa, también supone un acto de injusticia proclamar lo contrario.
Todo esto, desde luego, no implica desconocer las falencias que existen en la empresa energética santafesina, ni compartir la razón de muchos vecinos, sino dar a conocer otro aspecto de la realidad. Iluminar la otra cara de la Epe.
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