Año CXXXVII Nº 49047
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 05/03
Mujer 05/03
Economía 05/03
Escenario 05/03
Señales 05/03
Estilo 18/02

contacto

servicios
Institucional

 domingo, 12 de marzo de 2006  
Viajeros del tiempo
Rosario 1900-1905

Vendiendo el ayuno. Hace poco, en una capilla católica de esta ciudad, se oficiaba la misa ante una no escasa concurrencia compuesta mayormente de señoras y señoritas cuando el sacerdote hizo su intervalo antes de terminar el ceremonial. Inventó cualquier tema de los que superabundan en el clero hasta llegar donde quería llegar: la cuaresma. Habló sobre la necesidad del ayuno "pero -dijo- si hubiesen algunas personas que no pudiesen hacerlo, para estar legalmente dispensadas y no incurrir en pecado deben venir personalmente a solicitar el permiso necesario, el que les será otorgado mediante una limosna para la capilla, cuyo mínimo queda fijado en veinte centavos por cada día de abstinencia. El que quiera dar más -agregó- puede hacerlo con la seguridad de que será tenido en cuenta para beneficio de su alma". Diga ahora el público si esto es o no una venta del ayuno. Cada vez son más descarados los medios de que la avaricia se vale para traducir en dinero todas las fórmulas inventadas por la misma Iglesia. No hace mucho también sucedió que el cura de Cruz Alta, el célebre Luis Viaggio, puso un baratillo de misas, funerales y otros trámites por quince días. "Aprovechad la ocasión -decía desde el púlpito- para honrar la memoria de vuestros deudos queridos, pues vencido ese plazo volverán a regir los precios de antes. Los que no tengáis dinero en efectivo lo podéis hacer con trigo, lino, maíz o mercaderías de otro género". Ni los carniceros del mercado llegarían hasta allí a cambio de la pérdida de la venta en los días de precepto (1).

¿Dónde está la crisis? Hace tiempo que estamos batiendo el parche por la crisis de trabajo y de dinero que sufrimos, y pidiendo que se inicien obras para proporcionar jornal a los peones. Pero parece que somos ciegos y que tal crisis sólo existe en nuestra imaginación porque ¿cómo se explica entonces de que los chacareros no encuentren peones para la recolección del maíz? Hace poco pasamos por la estación de Empalme Villa Constitución y vimos a numerosos colonos esperando los trenes para contratar peones para la cosecha. "Hace más de quince días -nos dijeron- que buscamos gente para trabajar. No vienen peones de ninguna parte y los pocos que llegan, al apercibirse de que sus servicios son necesarios, exigen jornales que son absurdos por lo elevados. Nosotros creíamos que en las ciudades había pobreza y que los hombres querían trabajar, pero eso es una mentira; ustedes son todos ricos". ¿En qué quedamos: hay crisis o es que nos hemos vuelto haraganes? (2).

La usura en auge. Por deprimente que sea, no nos queda más remedio que estampar esta verdad: a causa de la restricción del crédito bancario la usura se halla en auge en nuestra ciudad. Los usureros están haciendo su agosto en perjuicio de los que recurren a ellos agarrándose como de un clavo ardiendo, pero que al fin y al cabo ese clavo se hace indispensable en razón de que algunas instituciones de crédito paralizaron las transacciones, faltando así a la misión que tienen asignada (2).

Investigación y realización Guillermo Zinni.
Ver La Capital de 1901 (1) y 1902 (2).


enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados