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 domingo, 26 de febrero de 2006  
Chubut: el pueblo alguero

En Bahía Bustamante, pueblo del extremo norte del Golfo San Jorge, en Chubut, está surgiendo un enclave turístico que posee una rica fauna marina que habita en un pequeño archipiélago. Está rodeada de 10 mil hectáreas dedicadas a la producción lanera y forma parte de un proyecto agropecuario.

Sus cuarenta habitantes se dedican a la recolección de algas, una historia que comenzó en los 50, cuando Lorenzo Soriano, fabricante del fijador de cabello Malvik, buscaba un alga para reemplazar la goma que traía desde la India y cuya importación se había cerrado.

No la encontró, pero descubrió otra de la que se extrae el agar-agar, sustancia que se emplea en las industrias alimenticia y cosmética y en la elaboración de productos medicinales.

Aquel cierre de importaciones enfrentó a Soriano, un español de Jaén, a la necesidad de buscar una sustancia alternativa o a la de reconvertir su actividad comercial.

Fue así que se largó a caminar por las costas patagónicas y llegó a una bahía que los nativos llamaban "bahía podrida", donde encontró una acumulación de algas en estado de putrefacción.

Entonces decidió cerrar su etapa de fabricante del Malvik, que en ese tiempo competía con la marca Brancato y se lanzó a extraer de esas algas una gelatina vegetal que se emplea en la elaboración de alimentos, lácteos y dulces.

Allí plantó el primer eslabón de su nueva actividad comercial, que completó con la reconversión de su fábrica de Martínez, en el conurbano bonaerense y otra en Gaimán.

Y cuando la ansiedad aflojó, Soriano miró a su alrededor y descubrió un archipiélago de diez islas en Caleta Malaspina, donde habitan aves playeras, hay apostaderos de pingüinos Magallanes y lobos marinos, y también playas atrapadas entre rocas coloradas y sitios arqueológicos que remiten a 60 millones de años atrás.

Recién en los años '60 comenzó a construir el pueblo, cuando ya exportaba fardos de algas secas a Japón para generar recursos.

Lo construyó con una concepción urbanística propia de los asentamientos que comienzan siendo privados y devienen en pueblos, donde las jerarquías aparecen bien marcadas.

Frente al mar las casas de los jerárquicos; detrás la gamela de los solteros y después las viviendas de los casados. Y a ese diseño le agregó depósitos, talleres y una proveeduría.

También levantó una escuela y una sala de primeros auxilios, instaló un destacamento policial y erigió una iglesia para la Virgen de Luján y una cancha de fútbol para entretener el ocio.

En sus mejores tiempos la actividad comercial de Bahía Bustamante llegó a emplear a 500 trabajadores, que con sus familias elevaban la población a 600 personas.

Después llegaron los avances tecnológicos que marcaron el comienzo del ocaso en la primitiva recolección de algas. Ahora los cuarenta hombres trabajan todo el año, pero sus familias los acompañan sólo en el verano.

Matías Soriano, nieto del pionero que murió en 1987, dijo que "la cosecha alguera se realiza según el flujo de las mareas", y explica que "primero se hombreaban bolsas, después se usaron carros arrastrados por caballos, años más tarde tractores y ahora palas mecánicas."

También informó que "hay tres formas de cosechar algas: por "arribason", que son las que llegan naturalmente a las playas; con redes, navegando hasta las zonas de captación, y buceando para sacar cierto tipo de algas que quedan enganchadas". Y dijo que anualmente se pueden sacar unas mil toneladas de algas secas.

Para los primeros visitantes Matías y su hermano Gonzalo acondicionaron cuatro casas, organizaron excursiones y armaron un menú con productos autóctonos, como algas marinas, carne ovina, pescados y mariscos. También llevan a los turistas a las tres estancias que la familia tiene sobre la bahía.

El pueblo que construyó Lorenzo Soriano tiene un definido perfil turístico: es sólo para espíritus que buscan paz y sosiego en tierras vírgenes. Los visitantes que recorren sus calles con nombres de algas, como la avenida Gracilaria y la avenida Macrocystis, saben que un grupo generador de energía proporciona luz sólo desde las 7 de la tarde hasta la medianoche.

Tal vez para que nadie se pierda el espectáculo de los cielos clarísimos y estrellados y la salida de la luna sobre la bahía.

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