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domingo,
26 de
febrero de
2006 |
Historias
El Inta cumple
bodas de oro
con el campo
El 4 de diciembre de 1956, un decreto ley creó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria más conocido como el Inta. En un informe al gobierno nacional (presidido por el desarrollista Arturo Frondizi), el economista argentino Raúl Prebisch -entonces secretario de la Comisión Económica para la América Latina de las Naciones Unidas (Cepal) recomendó la creación de un organismo para la "investigación tecnológica en materia agropecuaria y la difusión práctica de los resultados".
Su surgimiento tuvo que ver con una época donde la Argentina se encontraba en una grave crisis económica y de balanza de pagos en tanto que la producción agropecuaria estaba estancada desde hacía 25 años. En aquel momento se consideraba que la incorporación de tecnología existente posibilitaría el aumento de los rendimientos y que, por otra parte, ésta debería adaptarse a las características ecológicas y a los factores de producción (capital, tierra, y trabajo) del país.
Entonces su creación se planteó sobre tres ideas muy innovadoras para ese momento: que la investigación y la extensión se realizaran en el mismo instituto, que fuese autárquico y que los productores tuvieran participación activa en su conducción. A pesar de los recortes, avatares políticos que intentaron modificar estos pilares básicos, el organismo logró mantenerlos a lo largo de sus cincuenta años.
Experimentales y agencias
Si bien el decreto lo crea dos años antes, el Inta comenzó a funcionar en 1958, con algunas de las funciones del Ministerio de Agricultura y las Estaciones Experimentales existentes que les fueron transferidas. Las mismas comenzaron siendo 11 hasta llegar a más de 40.
A lo largo de su historia se organizó la investigación de distintas maneras, como agrupando los planes de trabajo en programa, integrando y formando a investigadores e incluyendo a especialistas de universidades privadas y estatales. Por otra parte, la extensión también ocupó un gran espacio en la historia del organismo estatal, creándose una cantidad de agencias de extensión para que atiendan las necesidades de los productores por regiones, tratando de divulgar nuevas técnicas y detectar problemas en el campo que le permitan a las experimentales investigar.
Este año cumple su medio siglo de existencia, y el instituto fue protagonista de la revolución tecnológica en el sector agropecuario, pero supo de momentos de expansión y también de crisis. En todos los casos, se mantuvo como uno de los organismos del Estado más respetados por la opinión pública, aún en momentos en que se lo pensaba privatizar.
Con un perfil diferente al de su creación, con mayor vinculación tecnológica con empresas del agro, una planta de profesionales que desde hace unos pocos años se está renovando, continúa acompañando el campo y al país, en la transferencia de tecnología.
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