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 sábado, 11 de febrero de 2006  
candi
Charlas en el Café del Bajo
-Hace un tiempo atrás hablando con un juez de cámara de nuestra ciudad (un hombre ilustrado, muy bien informado y de inteligencia superlativa) me decía -a propósito de mis frecuentes vuelos sobre la cuestión de Dios y el ser humano- que en el mundo la espiritualidad está en franco retroceso y yo le respondí que eso es muy cierto. Luego de hablar sobre diversos temas, de haberme escuchado, me despidió con una broma respecto de mi cierto "misticismo": "Doy fe de que usted no puede ser declarado inimputable".

-¡Bue...! Habría que analizarlo mejor.

-Cada tanto algunos amigos ateos -gente muy buena y entre ellos algunos profesionales expertos en la psiquis y sus "circunstancias"- me dicen: ¡Otra vez Dios! Algunos, incluso, desde la perspectiva del psicoanálisis me han investigado y al fin sacaron una conclusión. Conclusión que yo hace años, muchos años, descarté de plano: "Como perdiste tu papá de muy chico, te aferraste al Papá del cielo". Hace unos días le dije a alguien: "Si Dios no existe, nada tiene sentido". Claro que me refiero al sentido relevante y más que relevante "trascendente" de la existencia humana. Puesto que si Dios no existe, no somos a su imagen y semejanza, y por carácter transitivo no somos más que unas efímeras criaturas que difieren del hermano gusano sólo por su capacidad de razonar. Somos, si Dios no existe (y como decía Shakespeare) no más que una nube que pasa. Pero yo no creo en ello.

-Advierto que este fin de semana, hoy y mañana, hablaremos de Dios.

-Voy a comenzar hablando de Dios a propósito de una situación social a la que hice referencia días atrás. Dije que hay en la sociedad mucha pena, mucha soledad y mucho enojo. Es decir, estamos en presencia de tres efectos que derivan de múltiples causas.

-Me permito enumerar algunas, Candi, de esas causas: injusticia, egoísmo, un afán desmedido por placeres efímeros y, en ese aspecto, una notoria confusión entre placer, felicidad y paz interior. Para una gran porción de la filosofía oriental, y especialmente el busdismo, por ejemplo, la pena es la estricta consecuencia del apego al mundo. Al ser imposible alcanzar la cosa deseada, se produce un dolor. De allí que esa religión proponga liberarse de las "ataduras".

-Sí, pero busque usted todas las causas de la pena, el dolor y el enojo y al fin, a medida que las va investigando a través del microscopio de la reflexión sabia, advertirá que todas ellas se van confundiendo y transformando en una sola causa: ausencia del amor, o lo que es lo mismo, ausencia de la comunión con Dios o en Dios. O, al menos, ausencia de la búsqueda de Dios. Ahora bien, primero: ¿Existe Dios? Para responder a esta pregunta primero me gustaría comenzar diciendo que en el universo lo que es no es sino por una energía que lo formó, y todo lo que permanece no permanece sino por la misma energía. Pero la energía liberada no es más que un "lazo creador o destructor" entre el efecto (la cosa creada o destruida) y la causa (lo que crea o destruye). Y puesto que no puede haber energía sin causa, ni efecto sin ella, el sentido común indica que Dios existe. ¿Qué significado preciso tiene la palabra energía?: Poder y virtud para obrar y luego capacidad para realizar un trabajo. Es evidente que una Gran Causa es la responsable de la creación y, sobre todo, de su eternidad.

-¿Una causa que entiende, que comprende, que escucha y que atiende?

-Einstein, ese sabio y hombre maravilloso, decía que Dios es un Dios ocupado en la relación de los hombres, en la gran causa social, pero que de ninguna manera podía ocuparse de casos particulares. Poco soy, nada en realidad, para sospechar de la veracidad de este talento; pero me permito una alternativa: Si la "Gran Causa" no puede ocuparse sino de la gran problemática universal, es evidente que otras "Causas Menores", pero superiores al hombre, se ocupan de él. ¿Mañana seguimos?

-Bueno, hasta mañana.

Candi II

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