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domingo,
18 de
diciembre de
2005 |
oficios
negocio. Y en invierno por ahí es peor, porque estás más sola", asegura.
En las noches "te encontrás con toda clase de noctámbulos", dice. Y ella lo sabe mejor que nadie. "Hay clientes que van exclusivamente en ese horario", cuenta al referirse a las mujeres que aparecen en pijamas, los jóvenes que vuelven de los boliches o algún trasnochado hambriento.
Cerca de La Recova (Laprida y Rioja), donde Anabel es empleada, "hay un boliche adonde van los personajes habidos y por haber que se quieren meter en el negocio a toda costa; eso te da miedo", subraya.
En rigor, Marta (55), la mamá de la joven que trabaja en la misma panadería, fue víctima de un asalto hace dos años que obligó a que en el comercio durante las noches se atienda detrás de las rejas de una puerta.
"Eran más o menos las tres cuando llegaron los delincuentes y la encerraron en la cámara frigorífica con un panadero. Fue horrible", indica. Los malhechores robaron y salieron del negocio como si nada.
Así y todo, la joven aprendió a reírse de algunas cuestiones que conviven con su tarea. Se divierte al ver varios maridos comprar en plena madrugada cosas dulces para las esposas embarazadas. Los típicos antojos no faltan y, entre ellos, las bombas de crema marchan a la cabeza.
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