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 domingo, 18 de diciembre de 2005  
Historias de la noche. Muchos empleados no podrán brindar en las mesas
Los oficios y las profesiones que obligan a no dormir durante las madrugadas
Aventuras y desventuras de un bombero, un médico, un vigilante y la joven empleada de una panadería

Pablo R. Procopio / La Capital

Permanecen despiertos cuando los demás duermen. No son seres de hábitos nocturnos por convicción, sino por obligación. Trabajan en las más disímiles profesiones aún en los feriados más importantes del año. Las historias de la noche de quienes no festejarán Navidad y Año Nuevo en forma convencional.

El doctor Ricardo España (40) lleva consigo 14 años de trabajo nocturno. En ese lapso ha permanecido inclusive ambas fiestas en diferentes hospitales, por lo tanto sabe perfectamente qué significa brindar en un ambiente nada familiar para el resto de la gente.

"Es realmente tristísimo estar en medio de quienes sufren por estar enfermos y de sus familiares contagiados por ese sufrimiento", dice España. "Además tu familia no está cerca y la extrañás", agrega. De todos modos, rescata el espíritu de confraternidad que vive el personal de guardia. En el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca), por ejemplo, se reúnen todos los empleados en una mesa que se arma en el patio. Y, a veces, después de la medianoche llegan sus familiares a visitarlos, aunque la mayoría pasa temprano y ya no regresa.

Sin embargo, el trabajo lo atraviesa todo y suele impedir hasta los pocos minutos de tranquilidad. La sirena de la llegada de las ambulancias interfieren en cualquier momento. "Y es entonces cuando el traumatólogo de guardia, el jefe de cirugía o cualquier otro médico y enfermero se levanta de la mesa para cumplir con su tarea", especifica recordando situaciones nada simpáticas.

En rigor, las noches pre y post fiestas de fin de año son movidísimas. Fundamentalmente si se tiene en cuenta que es cuando ocurre la mayoría de los accidentes de tránsito y pirotecnia, hechos que llenan las salas de los hospitales.

Algo similar pasa con los bomberos. En el cuartel de los voluntarios suele haber 12 personas de guardia para Navidad y otras tantas para Año Nuevo. Pero esa cantidad llega a cuadriplicarse en función de las visitas de los familiares, que en este caso sí se suman a la mesa de los uniformados que combaten el fuego.

Pero las contingencias habituales se las ingenian para jugarles una mala pasada. "Una vez en Nochebuena salí a un incendio antes de las 12 y volví mucho después; mis parientes a esa altura ya se habían ido", cuenta a La Capital Maximiliano Krasnow (31) antes de rememorar también que esa misma noche debió hacer hasta ocho "atenciones" seguidas.


Las reglas
"Y sí, son las reglas del juego", pone de manifiesto Mauricio Ludueña (27), vigilador de La Capital que habitualmente trabaja en el horario nocturno cuando no todos duermen. "La verdad es que los borrachos y los violentos están a la orden del día en el centro", señala. "Hace poco vi cómo golpeaban a un muchacho en la esquina, después llegó la policía", dice.

Y también relata que el trabajo de noche parece no terminar nunca. Esas horas son largas y densas. Los días de semana el silencio y la calma conspiran para que todo se haga más pesado.

Para las fiestas la soledad es la única consejera. Y ni hablar si se trata de un guardia de seguridad de edificios que siempre está solo y, además, no puede abandonar su espacio de trabajo. Salvo que salga a la puerta y salude a sus colegas de enfrente o de al lado.

Los vecinos de los edificios les regalan pan dulce y bebidas que, en la medida de lo posible, consumen durante las noches que se extienden en general de 22 a 6.

Anabel (29) trabaja hace 5 años en una panadería que funciona las 24 horas. "Vivís en contra de todo el mundo", cuenta. "Pensás mucho, te hacés la cabeza; al principio me ponía re mal, pero ahora me sobrepongo. Te da por la nostalgia, la melancolía, más aún cuando no va gente al
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