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domingo,
04 de
diciembre de
2005 |
Una idea débil antes del 76
Antes del golpe de Estado y de la represión, la izquierda en los setenta no se planteó la cuestión de los derechos humanos. "En todo caso, se planteaba la revolución y cómo llegar a ella, o por la vía militar o a través de la movilización de masas", reflexiona José Pablo Feinmann. "Fue una discusión que me atravesó personalmente, ya que fui un cuadro de superficie de la JP que siempre se opuso al uso de los fierros como método de lucha política".
Feinmann recuerda situaciones concretas: "En aquella época, por dar un ejemplo, el comando que mató a (Oberdan) Salustro, presidente de la Fiat, sintió que era un hecho justo. O los mismos compañeros míos, que en la movilizaciones callejeras coreaban «Aquí están los montoneros que mataron a (Pedro Eugenio)Aramburu». Siempre me resultó cruel esa consigna, tal vez por una cuestión de sensibilidad determinada, algo personal. Mi idea de la política era y sigue siendo otra, inspirada en Hegel y sobre todo, en aquel momento, en Marx", explica el filósofo a Señales.
"Fue por eso que habíamos decidido entrar en el pueblo peronista y pagar el gran costo histórico", advierte el filósofo al explicar aquel momento.
"Si nos metimos con el peronismo fue para producir una política de masas, y no como dicen muchos interesados en denostarnos que fuimos unos tontos porque nos dejamos engañar por Perón. Si te metés a trabajar con las grandes masas no podés, después, terminar creando una vanguardia iluminada y agarrando los fierros", sentencia el profesor de filosofía que convoca a 500 alumnos por semana y que además da clases extracurriculares en el teatro Regina de Buenos Aires.
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Feinmann vuelve sobre los 70.
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