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domingo,
04 de
diciembre de
2005 |
Recambio. Expectativas por la llegada de Felisa Miceli
La economía después de Lavagna
Llegó como un tapado durante la crisis y se convirtió en superministro.
La herencia de su gestión
A fines de abril de 2002 el país se incendiaba. La inflación superaba la marca de 10%, la más alta desde la devaluación, y el Banco Central había declarado un feriado por tiempo indeterminado que tenía todas las características de un paro bancario en pos de que el gobierno decidiera cerrar las protestas contra el corralón entregando bonos a los ahorristas. El entonces presidente interino Eduardo Duhalde se mantenía en sesión permanente con los gobernadores y deshojaba la margarita para elegir al reemplazante de Jorge Remes Lenicov entre personalidades tan disímiles como Daniel Carbonetto y Mario Blejer.
Finalmente el humo blanco favoreció a Roberto Lavagna, embajador ante la Unión Europea heredado de la gestión De la Rúa, reconocido como consultor ligado al sector industrial y recordado por su portazo contra la fiesta de bonos cuando era funcionario de segunda línea en el gobierno de Raúl Alfonsín.
Verdadero tapado para la mayoría de los gurúes de la city porteña que por esos días estaban en su mejor momento, vaticinando hiperinflaciones como consecuencia de la salida de la convertibilidad, "el pálido" (como lo nominaron maliciosamente los cruzados kirchneristas) desparramó su flema europea en la primera conferencia de prensa, cuando todas las preguntas apuntaban a saber qué tipo de bonos se iban a encajar a los ahorristas para cerrar aún más el corralón, si se iba a arreglar definitivamente con el FMI (bajo las condiciones de ese momento) y se iban a aumentar las tarifas de los servicios públicos, tal como lo reclamaba el organismo.
El rebote que comenzó a exhibir la economía en ese crítico segundo trimestre de 2002 se transformó en "veranito" y posteriormente en franca recuperación, convirtiendo a Lavagna en un un superministro clave para que Kirchner, entonces aliado con Duhalde, lograra llegar a la Presidencia. Esa extraña administración intertemporal entre dos ciclos presidenciales le permitió al ex ministro exhibir su gestión como un mandato propio. "En tres años y medio el PBI creció 31,5%, la producción industrial 53,4%, el desempleo bajó 14 puntos, la deuda se redujo en 67 mil millones de dólares, las reservas subieron de 9 mil a 40 mil millones y en 2005 las exportaciones cerrarán en torno de los 40 mil millones de dólares", subrayó durante su última visita a Rosario, al elogiar "su gestión", que estaría ubicada según estas coordenadas entre los mandatos de Kirchner y Duhalde pero muy lejos de los tormentosos días de su antecesor Jorge Remes Lenicov.
Ese capital político fue también la semilla de su salida del Ministerio de Economía. "Era el único resto del duhaldismo que quedaba en el gobierno de Kirchner", dijo el oportuno empresario automotriz Cristiano Ratazzi durante la conferencia de la UIA en Rosario, el mismo día que se conocía la salida del ministro. "En ningún país del mundo el ministro de Economía es tan poderoso que pueda competir con el presidente", recordó el banquero Enrique Eskenazi dos días después.
La salida
A rey muerto, rey puesto. Días más, días menos, la suerte del ministro parecía echada desde la victoria kirchnerista sobre el duhaldismo en las últimas legislativas de Buenos Aires. El respaldo inicial que pareció tener cuando presentó el último paquete antiinflacionario (que no sólo eliminó los reintegros a la exportación sino que avanzaba con propuestas sobre otros ministerios y organismos) comenzó a precipitarse casi en el mismo momento en que desde el coqueto salón de la Estación Fluvial cargó por igual contra las licitaciones de obras públicas que maneja Julio De Vido, como contra el secretario general de la CGT, Hugo Moyano.
El ex ministro, que tuvo éxito en recomponer las relaciones poscrisis de los sectores más poderosos de la economía a fuerza de ponerles límites a sus propias presiones, de incentivar las negociaciones salariales y de pelearse con el FMI mutó por fuerza del mismo crecimiento económico en guardián de la puja distributiva. "Lavagna fue el único ministro de Economía de los últimos tiempos que hablaba de distribución del ingreso, dio muestras de que es un tema que le preocupa pero su período estuvo caracterizado por la prioridad de devolver la gobernabilidad a la economía", señaló el economista Aldo Ferrer durante el último congreso de la UIA.
Ex profesor, ex jefe en el Bapro y referente intelectual de la nueva ministra de Economía, Ferrer evitó aventurarse en el terreno de las predicciones sobre las futuras acciones de la ministra. Sí consideró que "la plataforma de crecimiento que dejaron estos años debe ser aprovechada para enfatizar el aspecto distributivo de la política económica".
Si acentuar ese rasgo está en la mente de la nueva ministra de Economía está por verse. "Esperamos que Miceli, que participó de la última reunión del Plan Fénix, apunte no sólo a la acumulación sino a la redistribución del ingreso en forma progresiva", señaló Alejandro Rofman, economista del Grupo Fénix, que supo tener alguna afinidad con Lavagna y con la propia ex presidenta del Banco Nación. "Tuvimos buen contacto con Lavagna y lo tenemos con la ministra, fuimos escuchados pero hasta ahora no se aplicó lo que propusimos, yo creo que este cambio está más referido a la política de gabinete que a un cambio de orientación económica".
Compañera de ruta del ex ministro durante mucho tiempo, Miceli saltó al kirchnerismo más puro desde su llegada al gobierno y deberá sudar un poco si quiere remontar la imagen de que asume en un Palacio de Hacienda devaluado frente a la cartera de Planificación y a la misma autosuficiencia del jefe del Estado, quien se cargó en la semana que cierra el acuerdo con los supermercados.
Felisa, año nuevo
Desde las entidades que agrupan a la industria, al comercio y al agro salieron elogios para la nueva ministra, que tiene el antecedente no menor de manejar el principal banco del país y el que más activamente participa de la asistencia a esos sectores. Desde los agropecuarios se recordó su gestión en la refinanciación de deudas de los productores y en la UIA se esperanzan con la posibilidad de que impulse la iniciativa de crear un banco de desarrollo, al que se oponía el ex jefe de Hacienda. Por lo pronto, y contrariamente a lo que había recomendado su antecesor, acordó con el presidente del Banco Central, Martín Redrado, una rebaja de encajes bancarios para incentivar el crédito a la producción. El impuesto al cheque, motivo de un cruce letal entre el titular del organismo monetario y Lavagna, estaría también en la lista, dicen en calle Reconquista.
La economía de Felisa está por verse. Cultora como Kirchner del superávit fiscal, la designación como secretario de Finanzas de un hombre que fue testigo en una demanda de una privatizada contra la Argentina contra el Ciadi parece corresponderse menos con la visión de un giro "chavista" en la política oficial que con las extrañas negociaciones con las concesionadas que encara el ministro de Planificación, Julio De Vido. En todo caso, es probable que la economía que viene sea más fácil de predecir observando a Santa Cruz más que a Venezuela.
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