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domingo,
04 de
diciembre de
2005 |
En Foco. Acuerdo por los precios
Dicen que cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía. Lo cierto es que en una reunión de media mañana el presidente Néstor Kirchner y su flamante ministra de Economía, Felisa Miceli, lograron lo que en todo un año no pudieron las retenciones, la eliminación de reintegros a la exportación y los retos del presidente: las grandes cadenas de supermercados se comprometieron a rebajar 15% los precios de una canasta de producto a los valores vigentes a fines de noviembre.
El acuerdo regirá hasta el 31 de enero, período en el cual la empresa Sancor se comprometió a mantener congelados los precios de una serie de productos que tienen impacto en la canasta básica, como leche fluida y algunos yogures y quesos.
En el marco de un acuerdo del cual no se conocen demasiados detalles, el gobierno se habría comprometido durante ese lapso a contener reclamos salariales y aumentos en los servicios. Más allá de esas negociaciones, el presidente aprovechó el encuentro con su archirrival de la semana anterior, el supermercadista Alfredo Coto, para jugar al juego de las señales: su virtual intervención del Palacio de Hacienda recogió más resultados en materia de lucha antiinflacionaria que la de su despedido ex ministro Roberto Lavagna.
La obsesión por estos días es garantizarse las fiestas en paz. Así lo dijo el propio Kirchner cuando reunió a más de 70 intendentes del conurbano bonaerense para involucrarlos en una red de control social de la inflación, que en los hechos se parecería más a la búsqueda de acuerdos territoriales entre organizaciones de consumidores, jefes políticos y comerciantes mayoristas y minoristas, para conformar canastas sociales, similares a la que desde este año funciona en Rosario merced al acuerdo del centro que nuclea a los almaceneros, la Oficina del Consumidor y la CGT.
"Sería triste ver que desaparecieran productos de las góndolas en las fiestas", dijo durante el acto con los jefes municipales, en el cual también amenazó a los empresarios con la seguridad de que él no les hablará "con el corazón", como intentó hacerlo el alfonsinista Juan Carlos Pugliese.
Paralelamente, el equipo de Miceli diseña la conformación de un organismo dedicado a controlar la inflación desde la óptica del seguimiento de las cadenas de valor, ante el convencimiento de que gran parte del aumento de precios deviene de la alta concentración en sectores claves. Un hombre de Julio De Vido, el gran ganador de la historia de esta semana, estará al frente de esa supersecretaría. Se trata de Carlos Salas, conocido en la región por su desempeño en el área de Puertos y Vías Navegables que tiene a cargo la renegociación del polémico contrato de concesión de las obras de dragado del río, un ámbito donde la competencia no parece ser el fuerte.
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