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domingo,
04 de
diciembre de
2005 |
Mercados
La Bolsa en
la tensa espera
Salvador Di Stéfano
La primera mujer que llega como titular del Ministerio de Economía es Felisa Miceli. Lo reemplaza a Roberto Lavagna y todo indica que sus ideas son similares pero la calidad del timonel y los pergaminos difieren ostensiblemente.
Roberto Lavagna se va con la sensación de que su tarea fue cumplida largamente. Asumió con un dólar cerca de cuatro pesos y sin control alguno sobre la economía. Siendo ministro de Eduardo Duhalde permitió que el justicialismo siga en la presidencia y, de la mano de Néstor Kirchner, le dio pie para ganar las últimas elecciones legislativas.
Se anota el haber reestructurado el 76% de la deuda en cesación de pagos, normalizar la relación del país con el Fondo Monetario Internacional y cancelar deuda con el organismo por 7.000 millones de dólares. En ese derrotero instrumentó los planes jefas y jefes de hogar, mientras por otro lado aplicó la mayor cantidad de impuestos y la presión tributaria más alta de la historia.
Le quedó pendiente el equilibrio y normalización de las tarifas públicas y sentar las bases para que retornen las inversiones.
Los temas pendientes no invitan a la inversión y esto no genera la oferta de productos necesarias para afrontar una demanda creciente, lo cual nos deja por delante un escenario de inflación potencial muy importante.
Felisa Miceli llega al gobierno con la premura de mantener el tipo de cambio alto y una política económica que privilegie el mercado interno, cerrando la economía. Así, los sectores ligados a la exportación, el campo y la sustitución de importaciones serán altamente beneficiados, con la salvedad que los sectores de la exportación y el campo vía retenciones pierden buena parte de la mayor rentabilidad que tienen por el tipo de cambio alto, mientras que los sectores ligados a la sustitución de importaciones tendrán una ganancia plena, destacándose el sector industrial.
Desde lo monetario, el plan de Miceli profundiza contradicciones que ya tenia el plan de Roberto Lavagna. Por ejemplo se sigue con la política de tasa de interés real negativa.
Esto hace que los plazos fijos no crezcan y por ende en el mercado los excedentes se vuelcan a productos financieros que ajustan por inflación o bienes que potencian la suba de precios. Por otro lado para combatir la inflación no se recurre a la suba de tasas de interés sino que se expande la liquidez vía reducción de encajes y se incentiva la toma de crédito que crece a tasas del 30% anual, impulsando suba de precios.
En materia fiscal, las erogaciones crecen a un ritmo del 30% anual cuando la recaudación actual tiene un aumento del 25% anual y de cara al año 2006 se espera que crezca el 15% anual.
Por último, queda el tema salarial. En el primer trimestre del año hay paritarias en la mayoría de los gremios de la Argentina. Con una economía en donde los sectores ligados al crecimiento no invierten en bienes de capital y por ende no aumentan la productividad de sus empresas, todo incremento de la mano de obra ira a corroer su nivel de ganancia o bien aumentara los precios al consumidor. A prima facie resulta imposible que los empresarios absorban los incrementos salariales o ganen productividad con más inversiones dada la incertidumbre existente.
En conclusión, la llegada de Felisa Miceli es más de lo mismo.
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