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 sábado, 03 de diciembre de 2005  
Nombre célebre. Historia de Heriberto Vega, el maleante que cayó tras robar el consulado de Paraguay
El asaltante que puso corazón para seguir en la vieja senda
Estaba preso por un robo a un blindado que dejó tres muertos en 1998. Una grave afección coronaria obligó a operarlo en la Fundación Favaloro hace dos meses. Por esa razón retornaba a su casa. Y así volvió al delito

Ariel Etcheverry / La Capital

"Y, viejo, tiene que trabajar. Se vienen las Fiestas de Fin de Año, habrá querido comprar un regalito para los chicos". La humorada llega de boca de un sabueso policial que estuvo en su momento tras los pasos de Heriberto Vega, el delincuente de 53 años que fue detenido el jueves a la tarde en pleno microcentro, luego de asaltar el consulado de Paraguay junto a un cómplice. Al momento de perpetrar este golpe, Vega purgaba una pena de cárcel como partícipe de una superbanda que había intentado asaltar a un transporte de caudales en Venado Tuerto, en el que murieron dos cómplices y un policía. No le sirvió de lección haber caído en aquella ocasión, como tampoco una operación de corazón en la Fundación Favaloro hace sólo dos meses, debido a una disfunción coronaria crónica que lo obliga a cuidados regulares para seguir con vida.

La irónica justificación del funcionario policial tiene que ver con el abultado prontuario y con la última caída en desgracia de un hampón, caracterizado como un sujeto "de los de antes, con códigos", pero que -a juzgar por lo ocurrido anteayer en pleno microcentro- no pudo apartarse de la senda del delito a pesar de la seria afección cardíaca que lo puso al borde de la muerte.

"No se cómo ayer (por el jueves a la tarde) no se murió", afirmó por su lado un funcionario judicial, conocedor del peregrinar del convicto por la Fundación Favaloro de Capital Federal, donde se le practicó una operación a corazón abierto. Con sus 53 años, Vega parecía biológicamente "como de 80" debido a su frágil salud. Los problemas cardíacos siempre estuvieron presentes, pero en los últimos siete años de encierro se agravaron a tal punto que debieron derivarlo a Buenos Aires.

"Hubo que hacer fuerza para que lo atendieran en ese lugar. Como era un preso en ese instituto privado no lo querían atender. Directamente lo discriminaban", agregó el funcionario consultado. Tras la intervención y un largo post operatorio, Vega regresó a Rosario, pero su salud era tan endeble que el juez de Ejecución Penal Efraim Lurá, a cuya disposición estaba el detenido, solicitó una junta médica forense para que evaluara si existía algún riesgo de que el hombre regresara a su lugar de reclusión sin contar con una atención médica adecuada a su problema.


Motivo humanitario
Por ese motivo estrictamente humanitario, Vega pudo volver transitoriamente a su casa. De acuerdo a fuentes judiciales, un primer examen de los facultativos de Tribunales aconsejó que el condenado permaneciera en esa situación, semejante a una "libertad asistida", hasta la realización de una segunda evaluación.

Este último estudio llegó ayer al despacho del juez Lurá. El informe -según fuentes del caso- indicó que Vega puede permanecer alojado en la Unidad 3, y que puede recibir los cuidados necesarios en la enfermería del penal. Teóricamente, Heriberto ya estaba en condiciones de volver a la cárcel. Pero antes de que la notificación llegara a la oficina de Lurá, el veterano hampón volvió a tentarse por un jugoso botín y empuñó un arma.

"Llevaba unos siete años preso. Estaba tan enfermo del cuore que no sabemos cómo no murió. El tipo está tan delicado que prefirió quedarse con la plata (del consulado) en la mano, en lugar de salir corriendo, porque sabía que podía caerse redondo al piso", sostuvo la fuente. Quienes lo conocen, dicen que Heriberto no era un preso problemático. "Los delincuentes grandes saben como conseguir beneficios y un buen reincidente es difícil que cambie porque tiene cronicidad en los actos".

Lo único que parecía contenerlo un poco fue el nacimiento de su nieto, al que junto con su familia solía ver regularmente en los horarios de visita en la redonda.

La última y más resonante de sus andanzas, anterior a la del jueves, y por la cual fue condenado a la Unidad 3, fue el espectacular intento de asalto en noviembre de 1998 a un transporte de caudales cerca de Venado Tuerto en el que murieron un policía y dos ladrones. El enfrentamiento se dio cuando un camión de Juncadella se dirigía por la ruta nacional 33 hacia esa ciudad.


La pista del Bisel
La policía de Rosario ya tenía información obtenida de antemano sobre un inminente golpe a un blindado. Las tareas de inteligencia había comenzado a raíz de un atraco ocurrido meses antes, más precisamente el 14 de agosto, contra el banco Bisel de Saavedra y Ovidio Lagos. En ese golpe, los ladrones, uno de los cuales habría sido un policía, se alzaron con 200 mil pesos-dólares.

A partir de ese asalto, personal de la Agrupación de Unidades Especiales de aquella época comenzó a investigar y así se obtuvo la información sobre el inminente atraco a camiones de Juncadella. Eso ocurrió el 28 de noviembre. La policía interceptó a la banda en la cual estaba Vega sobre la ruta 33. A bordo de una camioneta Cherokee blanca, donde habían instalado una torreta para disparar, los asaltantes enfrentaron a balazos al retén policial. Así comenzó una persecución por caminos de tierra que siguió por calles de Venado Tuerto.

En el tiroteo murió el suboficial Luis Basiglio, chofer del por entonces jefe de la Unidad Regional VIII, José Storani, quien llegó a ser titular de la policía provincial. En ese cruce de balas también murieron los delincuentes Daniel Dannilo y Luis Castillo. Un tercer integrante de la gavilla, Miguel Angel Dannilo, fue apresado, mientras que Vega logró escapar. Heriberto fue detenido en Rosario, hasta donde había llegado en busca de refugio.
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Vega fue detenido en pleno centro rosarino.

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