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 sábado, 03 de diciembre de 2005  
Oportunidad. Una propuesta coordinada por los ministerios de Gobierno y Educación piensa a la escuela como salida a la exclusión
Lengua, matemática y ciencias para pensar otro futuro
El Programa de Libertad Asistida trabaja en la escolarización de adolescentes y jóvenes que tienen entre 13 y 18 años. Es una experiencia piloto que promete replicarse en la provincia

Marcela Isaías / La Capital

"Dejé la escuela porque era muy travieso y dañino. Robaba, me drogaba y hacía cualquiera. Ahora estoy aprendiendo a leer y a escribir, porque antes no sabía nada. Pero mi sueño es aprender el oficio de panadero, es lo que más me gusta. A los doce trabajé en una panadería un par de meses. Me quedaba atrás mirando cómo hacían el pan mientras limpiaba, después empecé a ayudar pero no sabía ni los números ni las letras y cuando me decían "poné tanto de levadura" no sabía. Por eso vengo a la escuela, porque es distinta que la calle y porque estoy convencido de que para entrar de panadero me va a ayudar. Es feo crecer y sentir el rechazo de la gente". El relato es de Sandro, un adolescente de apenas 14 años que participa de una experiencia educativa nueva para Santa Fe. Es del Programa de Libertad Asistida, una propuesta que desarrollan de manera conjunta los ministerios de Gobierno y Educación de la provincia, y que busca asegurarles la escolaridad a chicos y adolescentes en conflicto con la ley penal.

El programa educativo es una experiencia piloto en la provincia. Comenzó este año y ya promete replicarse en Reconquista, Casilda y Venado Tuerto, entre otras localidades. Depende de la Dirección Provincial del Menor en Conflicto con la Ley Penal y está dirigido a los chicos y adolescentes que tienen alguna causa penal o trasgreden. La libertad asistida -antes se llamaba vigilada- es una modalidad alternativa a la privación de la libertad. "Su función es incluirlos en los circuitos que socializan: escuelas, trabajos, clubes, espacios de la comunidad", explica el coordinador de este programa en la zona sur, el psicólogo Carlos Mac Donald.

Y para esto el primer espacio en que se piensa es la escuela. "Porque es por excelencia la institución de nuestra cultura que más socializa. Aquel que ha transitado por un circuito escolar con éxito tiene más posibilidades de conseguir trabajo, de no ser excluido, de haber hecho lazos y vínculos. El tránsito por la escuela deja marcas", dice Mac Donald abriendo la puerta a los jóvenes que participan de este programa.

Claro que no para todos el paso por la escuela ha sido exitoso. Por lo tanto, a principios de este año se abrió un aula radial, un anexo de la Escuela Nº 2003 Margarita Mazza de Carlés, en el 5º piso de la Sala Lavardén (Sarmiento y Mendoza). Comenzaron 16 chicos que tienen entre 13 y 18 años, y llegan al final del ciclo 8, de los cuales 5 culminarán el 7º año.

"Seguro que deberemos ajustar algunas cuestiones, pero la experiencia nos sirve para diseñar un dispositivo de escolarización para estos jóvenes en situación de riesgo, que ya vienen con un déficit en su educación", dice Mac Donald. De todas maneras, el especialista, que destaca el valor del equipo interdisciplinario del programa (integrado por psicólogos, asistentes sociales, psiquiatras, etc), entiende que el plan por sobre todo es una alternativa a la mirada ya instituida de la seguridad.

"Es verdad que esta experiencia sola no soluciona un problema tan grave, pero sí es un paso para el diseño de una política más amplia", advierte Mac Donald sobre los alcances de la propuesta. Para acompañar el tránsito de estos chicos por el programa se los beca con una ayuda económica, acotada a la asistencia a clases. También con el boleto de colectivo diario y una merienda. El contacto con los distintos profesionales es permanente, igual que el asesoramiento con los jueces de menores.

Solamente en Rosario hay 50 adolescentes incluidos en este Programa de Libertad Asistida. De los cuales 16 se anotaron a principio de año para seguir la escuela. "Llegan por su deseo y compromiso de incorporarse a la escuela. No todos tienen los recursos personales para abordar esta decisión y esfuerzo. Nuestra tarea consiste en devolverlos a la escuela común", agrega Mac Donald.


De adolescente a alumno
Daniel, de 17 años, es uno de los cinco alumnos del programa que este año termina el 7º. "Antes iba a una escuela cerca de mi casa (por la zona oeste de Rosario), pero dejé en 6º. Ahora -cuenta- cuando termine el séptimo quiero ir a una escuela normal (por la modalidad común). El estudio es mucho mejor que otra cosa, estudiando podés conseguir un trabajo, hasta en una empresa. Lo sé porque siempre que salí a buscar un trabajo me preguntaron si tenía un estudio y, cuando decía que no, no me lo daban. Otro motivo es porque soy menor. Esta escuela (por el programa) es tranquila, me siento ayudado, si tengo un problema lo puedo hablar con tranquilidad, con confianza".

Para que Daniel aprenda y renueve sus deseos de seguir estudiando, el programa provincial se da una estrategia de trabajo. Y para que se entienda de qué se trata es el propio director de la Escuela Nº 2003 (de donde depende esta aula radial), Raúl Lemos, quien lo explica con un ejemplo: "A principio de año todo era medio desordenado, ahora llegan, cada uno toma su útiles, acomoda sus carpetas y trabajan en un perfecto orden".

Y por orden el director entiende aquellos rituales propios que hacen sentir a un adolescente un alumno: abrir y cerrar una carpeta, copiar del pizarrón, corregir la tarea, preguntar, leer en voz alta y hasta esperar una libreta de calificaciones con buenas notas.

Ricardo Rosito es el maestro que enseña a diario a estos chicos. Cuenta que se trabaja en cinco disciplinas: lengua, matemática, ciencias sociales, naturales y formación ética y ciudadana. "Han logrado cosas impresionantes", dice Ricardo.

Para el director y el maestro este trabajo requiere de otros tiempos, del trabajo mancomunado con otras profesiones, de estrategias distintas a la escuela común, pero sobre todo de una gran convicción: "Si no se cree que la escuela es una herramienta para ayudar a estos chicos, hay que dedicarse a otra cosa".


La oportunidad
Después de que Daniel ofreciera su carpeta como testimonio de sus logros, Fabián muestra sus trabajos y, al tiempo que deja pasar las hojas, dice que lo que más le gusta es la matemática, "porque es lo que más entiendo". Con esta apreciación coinciden casi todos los chicos del grupo.

Alejandro, de 16, va y viene por el salón. También quiere ser escuchado. "Si Dios quiere, voy a trabajar de albañil, como mi hermano que ya gana 20 pesos por día", confiesa en voz alta su deseo.

Es Roberto, de 14 años, quien se suma a la charla, se anima y lee en voz alta. Se trata de una redacción escrita en forma colectiva, un día en que una fuerte tormenta se desató en Rosario mientras ellos estaban en clase. Todos lo escuchan. Más tarde dirá que también le gustaría trabajar de panadero. Tiene 16 años y también termina el 7º. "La escuela es importante porque si algún día alguien te pide ayuda para llegar a un lugar y vos no sabés leer no vas a poder explicarle y ayudarlo", dice para desentrañar el significado que para él tiene escolarizarse. También forman parte del grupo de alumnos Abel, José y Gabriel.

Raquel de la Fuente es la supervisora y referente inmediata del Ministerio de Educación provincial de esta experiencia. Recuerda que llevarla a la práctica no fue nada fácil, hasta tuvieron que esperar casi dos años para que asignaron un cargo de maestro y hacer viable la propuesta.

Pero ella ahora disfruta de este logro y dice que va por más, porque aunque incipiente, entiende que debe multiplicarse. "No es sólo darles contención, sino trabajar con la rigurosidad de la escuela, que implica aprender, asegurarles conocimientos; si no, no tiene sentido", dice la docente que no se cansa de felicitar y sellar las carpetas de sus nuevos alumnos.
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Los jóvenes de Libertad Asistida concurren todos los días al aula que depende de la Escuela Nº 2003 y funciona en el 5º piso de la Sala Lavardén.

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