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 sábado, 03 de diciembre de 2005  
El alambrado de Vladimir, en la mira de Victoria

Finalmente, la Justicia de Faltas del municipio de Victoria habría recibido ayer al mediodía las actas de las inspecciones realizadas en el balneario Vladimir. Los operativos se realizaron después de que La Capital denunció en su edición del domingo pasado que el dueño del parador ubicado en el banquito alambró el límite sur de la playa con un tejido de púa que se interna unos 20 metros dentro del Paraná. Ahora, la jueza de Faltas Fernanda Cesarego deberá determinar si el alambrado fue autorizado.

Al menos, así lo indicó ayer el delegado municipal de las islas, Gustavo Spadillero. El funcionario de Victoria aseguró que "el martes se hizo una constatación en el lugar", que se plasmó en "un acta de constatación que se elevó durante la mañana de hoy (por ayer) a la jueza de faltas Cesarego para que resuelva".

Sin embargo, al menos hasta ayer a las 11.30 la magistrada no había recibido estos documentos. Y la suerte de las actas labradas el martes pasado en el parador Vladimir se parecía al juego del Gran Bonete. "Normalmente los cuerpos de inspección tienen 24 horas para remitir cualquier actuación. Son plazos que deberián cumplirse pero esto no indica que no puedan producirse demoras", explicó Cesarego.

Una hora después, y al tanto de la situación, el delegado de islas aclaró que el resultado de las inspecciones se había presentado sobre el mediodía, razón por la cual la jueza tendrá los papeles en su escritorio recién el lunes.


Entero y de pie
Más allá de estas idas y venidas, lo cierto es que el alambrado colocado por el dueño de Vladimir, Juan Carlos Della Gáspera, sigue gozando de buena salud. Y esto no sólo causa malestar entre los dueños de otros paradores, sino entre los bañistas que no pueden circular libremente por la costa. "Esto parece Auschwitz" fueron algunos de los testimonios que se escuchaban el sábado pasado entre quienes concurrieron al balneario.

Según el titular de Vladimir, el alambrado busca detener "a los caballos de los isleños que se meten en el parador y a las sombrillas que se vuelan". Aún así, su presencia se contrapone a lo que estipula el Código Civil en relación al camino de sirga que prohíbe la obstrucción -por cualquier medio o construcción- de una franja de 35 metros paralela a los cursos de agua.
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