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domingo,
27 de
noviembre de
2005 |
Efemérides
Un 27 de noviembre
Guillermo Zinni / La Capital
De 8 a.C.: Muere Quinto Horacio Flaco, uno de los más grandes poetas de Roma Hijo de un liberto (esclavo que obtuvo la libertad), el poeta lírico y satírico Quinto Horacio Flaco, uno de los más grandes poetas de Roma, nació en diciembre del año 65 a.C. en Venusia —hoy Venosa Apulia, Italia—. Estudió filosofía y poesía en Roma y Atenas, y en esta última ciudad se enroló en el ejército de Marco Junio Bruto, uno de los asesinos de Julio César —el célebre general y político que asentó los cimientos del sistema imperial romano— y fugitivo tras el crimen. Bruto lo nombró tribuno militar pero sus aventuras en la milicia fueron de corta duración y terminaron con su huida —tal como él mismo cuenta— en la derrota de Filipos. Gracias a una amnistía general pudo volver a Roma. Para entonces había perdido todas sus posesiones pero sin embargo rechazó el cargo de secretario personal de Augusto para dedicarse a escribir poesía. Cuando el poeta laureado Virgilio conoció sus trabajos lo presentó al estadista Cayo Mecenas —un patrocinador de las artes y amigo de Augusto—, quien lo introdujo en los círculos literarios y políticos de Roma. Poco tiempo después Mecenas le entregó una propiedad en las colinas de Sabina donde Horacio se retiró a escribir y pensar. Allí produjo cuatro tipos de obras: sátiras, épodos, odas y epístolas, y en ellas abordó cuestiones éticas —como el poder destructor de la ambición, la estupidez de los extremismos y la codicia por la riqueza o la posición social—, criticó mordazmente los abusos sociales y puso de manifiesto su herencia de la poesía lírica griega predicando la paz, el patriotismo, el amor, la amistad, el gusto por el vino, los placeres del campo y la sencillez. Estas obras —que no eran totalmente políticas y que incorporaban bastante mitología griega y romana— son famosas por su ritmo, ironía y refinamiento, y fueron muy imitadas por poetas renacentistas europeos. Hacia el año 20 a.C. publicó el Libro I de sus Epístolas, el que estaba compuesto por veinte cartas cortas personales en versos hexámetros en las que expuso sus observaciones sobre la sociedad, la literatura y la filosofía con su lógica del “punto medio” y a favor de doctrinas como el epicureísmo pero siempre abogando por la moderación, incluso en lo referente a la virtud. Para entonces su reputación era tal que a la muerte de su amigo Virgilio (19 a.C.) le sucedió como poeta laureado. Dos años después volvió a escribir poesía lírica cuando Augusto le encargó un himno para los juegos seculares de Roma. Una de sus últimas obras y a la vez la más larga es Epístola a los Pisos, más conocida como Ars Poética, donde ensalza a los maestros griegos, explica la dificultad y seriedad del arte de la poesía y proporciona consejos técnicos a los aspirantes a poetas. Murió en Roma el 27 de noviembre del año 8 a.C.
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