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 domingo, 27 de noviembre de 2005  
Pigmentos naturales: colores de la tierra

La experiencia de extraer la paleta de color de las plantas del entorno resulta una experiencia sumamente enriquecedora, nos conecta con la naturaleza, se agudiza nuestra mirada en los paseos y recorridos de los espacios verdes, reconocemos plantas, árboles y arbustos que durante años estuvieron en el mismo lugar, brindándonos aire puro, aromas, verdes, sombra y, ahora también, la maravilla del color.

La historia de los colorantes naturales es tan antigua como la de la humanidad. Los primeros pobladores de América precolombina experimentaron el misterio del color, y ya en las primeras expresiones pictóricas dejaron su huella en cuevas, piedras y muros. En aquellos tiempos, el color era extraído del medio natural- plantas tintóreas y minerales- dejando su impronta cromática impresa en lugares de difícil acceso. Con los pigmentos más elementales, los primeros habitantes contaron sus historias, creencias, temores y deseos.

La extracción del color de las plantas y las especies que se utilizan para teñir, son testimonio del momento histórico-geográfico y cultural del que somos protagonistas imprimiendo un sello de identidad única y propia del lugar donde vivimos (los materiales que utilizaremos en el telar para plasmar una obra creativa tendrán el color de la naturaleza de nuestro medio).

El tilo, el jacarandá, el palo borracho, las acacias, el aguaribay, el nogal, los eucaliptos, el fruto de las magnolia, la flor del ceibo, entre otros, permiten jugar con amarillos, tierras, verdes, ocres o marrones para que la naturaleza se haga presente tiñendo imágenes, vibraciones y creaciones. Desde lo emocional, los colores de la tierra brindan su armonía a través de sus pigmentos (es lo que se percibe en la obra creativa).

El primer paso es la elección de los elementos para teñir. Se clasifica, se estudia y se registran las plantas del litoral, de los espacios verdes, del río, de la isla y de las zonas rurales. Se recolecta preservando la especie cuidando la forma de extracción movidos por un espíritu ecológico de respeto con lo que la madre tierra ofrece. El segundo paso es la preparación de la lana y su lavado; el tercero el mordentado. Se prepara la lana con algún mordiente (alumbre, sal o crémor tártaro) para que en el teñido el color muerda la lana y se fije. El cuarto paso es la preparación del tinte. Se muele con el mortero todo lo recolectado para luego macerar, hervir y extraer el pigmento de la planta. Finalmente con las lanas mordentadas y la extracción del tinte podemos teñir hirviendo todo junto. Luego se deja enfriar, se lava nuevamente para ovillar las madejas, y comenzar a urdir en el telar.

Claudia Goldin

Artista textil

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