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domingo,
27 de
noviembre de
2005 |
Sólo viven los más fuertes
Las especies silvestres que se capturan para ser vendidas como mascotas, deben padecer toda una pesadilla hasta llegar a los comercios de las grandes ciudades. El caso de los monos carayá, que son traídos desde el norte del país, quizás sea el más conocido: los cazadores matan a sus padres y los transportan en camionetas o colectivos amontonados en cajas, valijas con doble fondo y hasta en termos. Después de este raid, que se extiende unos mil kilómetros, son emborrachados o mareados para que al momento de ofrecerlos parezcan más dóciles. Al final sólo logran sobrevivir los más fuertes.
La profesora de la cátedra libre de fauna silvestre de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNR, Analía Graziola, se especializa en felinos. Y hasta su consultorio vio llegar pumas, tigres y hasta un león africano que habían sido adquiridos como mascotas. "Tenían los colmillos limados, amputadas las patas para sacarle las uñas y castrados", recuerda.
Los pájaros no la pasan mejor. A fines de abril de este año, inspectores de Medio Ambiente de la provincia y Gendarmería Nacional detuvieron una camioneta en la ruta 11 que transportaba aves cuya captura y comercialización está prohibida. El parte del operativo es más que elocuente: "El vehículo presentaba un doble fondo preparado para tal fin, tenía aproximadamente 700 ejemplares de pájaros en doce jaulas amansadoras de diferentes tamaños pero de una altura no mayor a diez centímetros. Había otras 18 jaulas, 15 cajas de cartón, 13 cajitas individuales de madera, nueve cajas de plástico agujereadas, 12 cajas tipo tetrabreak. Los ejemplares transportados de esta manera se encontraban en un estado desesperante debido al encierro. Eso trajo como consecuencia que el 25 por ciento de los ejemplares ya se encontraran muertos o en pésimo estado".
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