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domingo,
27 de
noviembre de
2005 |
Carta abierta a la Biblioteca de Pujato
A la Biblioteca de Pujato: crecer, aumentar, progresar, elevarse, desarrollarse. 85 años ya. Uno entra, permanece un instante y comienza a sentirse cada vez más pequeño, y entonces crecer sólo el cuerpo es un tanto inútil allí dentro, crecer significa tanto. La firmeza de un hogar que guarda arte, verdades, ficciones, muertos de hace siglos, los recientes que aún se extrañan y los que viven. A qué temer, excepto al fuego y la censura, si ese lugar está cubierto de inmortalidad en las paredes y el aire. Pasaron los años y ahí están, la biblioteca, las bibliotecarias, la comisión y los lectores, los que se leen todo, los que de vez en cuando algo, y los que como yo, de menor concurrencia pero igual afecto, aparecemos para sentirnos pequeños en los brazos de una madre de infinita sabiduría. Quiero felicitar y agradecer enormemente a aquellas personas que mantuvieron y mantienen presente a este hogar desde hace ya 85 años, y a quienes lo visitan.
Ignacio Ferracuti
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