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sábado,
19 de
noviembre de
2005 |
Recomendado
Pop íntimo
Robbie Williams refleja su costado introspectivo en "Intensive care" y ratifica su gran momento artístico
Robbie sabe perfectamente que está en la cresta de la ola. Todo lo que hace, y no sólo artísticamente, explota en todo el mundo. Pero está lejos del aplauso fácil. Para "Intensive Care" (algo así como Cuidado Intensivo, o Terapia Intensiva), decidió convocar a un nuevo productor y co-compositor Stephen Duffy, y lanzarse a una particular mirada introspectiva. Desde ya que vale la pena conocer el interior de este disco, plagado de baladas, y con una decidida inclinación hacia el buen gusto pop.
Para componer este trabajo Robbie Williams se encerró en su mansión de Hollywood Hills, en Los Angeles, y se dedicó a trabajar en serio. La idea no era hacer un disco más, sino algo que realmente tuviese peso específico. Y vaya si lo logró.
"Intensive Care" tiene 12 canciones, entre las cuales apenas un par de ellas se pueden citar como de espíritu festivo. El resto transita entre la nostalgia, el desamor, y, como siempre, esa obsesiva mirada autorreferencial, quizá uno de los defectos más notables de Robbie en la composición.
Muchos de los que compren el disco quizá lo hagan por el hit "Tripping". Como suele suceder, siempre hay un corte que inclina a la gente a adquirir un material, y las compañías discográficas lo saben perfectamente. Lo que marca la diferencia en este trabajo es que hasta el hit, que seduce por ese seductor falsete, tiene el espíritu melancólico de todo el disco.
El arranque del CD con "Ghosts" es otro guiño que anticipa lo que viene. Es una balada mid-tempo (casi una especialidad marca Williams) que habla de los fantasmas de una pareja y tiene ese espíritu ochentoso que tamiza toda la producción.
La ironía también está presente. En "Make Me Pure", Robbie le pide a Dios que lo haga puro, pero "todavía no". Esa ambigüedad es por estos días el común denominador de su vida. Quiere salir de la vida descontrolada, pero no se separa definitivamente del alcohol y las drogas, ni se propone seriamente armar una familia.
"Soy un caso perdido, no creo que pueda amar" afirma en "The Trouble With Me", donde no esquiva la mirada autocrítica ni tampoco las buenas melodías heredadas del pop de los ochenta.
El disco también tiene temas olvidables. Son los casos de "A Place To Crash" (¿no respira por allí lo más blando de los Stones?) y "Random Acts of Kindness", donde se percibe un aire oriental en lo instrumental asociado a su presente místico, con alta inclinación hacia las creencias no tradicionales.
Robbie también se permite bailar un poco. Y para eso está "Sin Sin Sin", donde muta rítmicamente con el espíritu Pet Shop Boys y hasta mezcla un registro de David Bowie al cantar. Es para musicalizar un show en una gran disco.
Otro tema bien arriba es "Your Gay Friend", liviano pero entretenido, y más volcado hacia el rock. Al rock precisamente le brinda un homenaje al establecer un imaginario diálogo con Elvis Presley en "Advertising Space". Más que nada, la idea fue hablar de su momento de rock-star y esa tristeza tan grande de no poder ir tranquilo al supermercado, un costado frívolo que también es sinónimo de Robbie Williams.
"Intensive Care" deja una marca indudable: si hay alguien a quien cada vez le sienta mejor el reinado vacante del pop, ése es Robbie Williams. A su manera, con glamour y descontrol, pero también con nostalgia y buenas melodías. Vale la pena abrir los oídos y entregarse a su música.
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