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domingo,
23 de
octubre de
2005 |
Una larga lista de hechos con finales dispares
Casos como el del empresario Humberto Visconti han llenado numerosas páginas de diarios y han engordado cuantiosos expedientes judiciales cuya resolución no siempre ha "beneficiado" a los "justicieros".
u Un controvertido caso de respuesta armada ante el temor de un asalto fue el que protagonizó el camionero Sergio Boja, a sus 37 años, al matar de un escopetazo a Cristian Espinoza, de 20. Fue el 11 de abril de 2002, cuando frente a la casa de Boja, de Vera Mujica al 2300, estaba estacionado su camión cargado. Boja asegura que vio a dos jóvenes trepados al vehículo para robarle, y que al notar que uno estaba armado tiró desde una ventana. Fue procesado como autor de un homicidio simple y espera sentencia en libertad.
u Enceguecido tras sufrir un asalto en su casa de Avellaneda 3750, donde los ladrones amenazaron con violar a una de sus hijas, el quiosquero Miguel Angel Colazo salió armado y se tiroteó con los asaltantes el 13 de febrero de 2003. No esperaba el resultado: en la balacera cayó fulminado Luis Páez, un albañil de 25 años que había ido al barrio a visitar a su hija de 3 años.
u El 4 de agosto de 2003, el comerciante Enrique Martínez observó desde su local de Los Gallegos 580 (Fisherton) cuando en la calle asaltaban a un repartidor de lácteos. Decidió enfrentarlos y con una Bersa calibre 22 largo le disparó a Sebastián Nicolás Gilio, de 17 años. Afronta una causa por "exceso en la legítima defensa" (lo que se equipara a un homicidio culposo).
u Otro comerciante, Daniel Di Paoli, abatió a un joven de 16 años al que sorprendió cuando se llevaba una balanza, mercadería y un revólver que no funcionaba de su casa de Dorrego al 3500, el 16 de octubre de 2004. El muchacho, Cristian Avila, no resistió el disparo que lo hirió muy cerca del corazón. Dos días después, Di Paoli fue liberado por haber actuado en legítima defensa.
u En noviembre de 2003, Hugo Correa resistió un asalto a su almacén y baleó en la cabeza a un ladrón frente a su local de Colombres y Génova. Con un revólver calibre 32 mató a Gustavo Bisbal, a quien no le había funcionado el arma que llevaba.
u El mismo mes, el hijo de un cirujano mató a uno de los ladrones que entraron a su casa de Colón 1951 cuando dormía. Alejandro Albertengo, entonces de 21 años, empuñó su pistola 9 milímetros y se tiroteó en su cuarto con el asaltante, quien murió de un disparo en la cabeza y otro en el tórax.
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