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sábado,
22 de
octubre de
2005 |
La última gambeta
Tomás Quintín Palma
Mi viejo, fanático de Alfredo “el Mono” Obberti (y quien junto a Poy dio una charla para chicos), me contó acerca de aquellas tardes de lujos, goles y gambetas en el área en el viejo Parque Independencia y de sus compañeros que tuteaban a la pelota al igual que él, como Marcos Pereira, Silva, Zanabria y Bezerra.
De pronto, me encontré con él, aún vigente a 30 años de su retiro. Le acerqué un fibrón y un papel para que le firme a la persona que me hablo de su vida, a un fanático de sus 89 goles, a mi viejo.
La conferencia ya había terminado y el Mono “custodiado” por Aldo Poy y alguien de seguridad empezó a irse de la feria bajando las escaleras, llevando mi papel y mi marcador, hablando con el ex delantero de Central y olvidándose de mi autógrafo.
Bajó las primeras escaleras y siguió descendiendo mientras saludaba a curiosos hasta que llegó a la entrada, miró lo que tenía en las manos y asombrado se preguntó: ¿De quién era?
Yo, que estaba marcándolo de cerca, le recordé que era para mí (es decir para mi viejo) y ahí el Mono, ya sin resto físico, paró de gambetearme, me firmó y se alejó de la cancha.
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