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martes,
11 de
octubre de
2005 |
"Los padres
seguimos vivos"
"Nunca voy a poder superar este dolor. Pero tampoco quisiera que esto quedara en el olvido, porque a mi me da la impresión de que todo se está tapando". Pedro Frías no sabe qué hacer. A duras penas llama a los medios "para que de vez en cuando se publique algo". Muerto su hijo Sergio -un sobreviviente del incendio de la comisaría 25ª en 2000- en el pabellón 11 de Coronda, lo único que pretende es que la matanza no se olvide. "Los padres seguimos vivos", dice en tono resignado, como pidiendo permiso para expresar esa mínima parte de su dolor capaz de poner en palabras.
Al igual que muchos padres de internos muertos en Coronda, Pedro demandó un resarcimiento a la provincia para que a los cuatro nietos que le dejó Sergio "les quede algo de su padre". Pero ahora no lo desvela otra cosa que la necesidad de que esto no quede impune: "Me dijeron que a los presos que participaron de la matanza les van a dar perpetua, pero eso no hubiera sido posible sino había permiso de los guardias. Esos también tienen que pagar".
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