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martes,
11 de
octubre de
2005 |
Podrían llegar a 1.900 los muertos en Centroamérica
Tras intentar rescatar sin éxito los cientos de cuerpos atrapados en un gigantesco deslave en un pueblo indígena de Guatemala, los socorristas bajaron sus brazos y ahora sólo buscan sobrevivientes cinco días después de la tragedia.
Las torrenciales lluvias que trajo la tormenta tropical Stan la semana pasada disolvieron cerros y provocaron inundaciones y derrumbes en Centroamérica y el sur de México, dejando unos 1.900 muertos.
Las autoridades creen que en Panabaj, un pueblo maya al oeste de Ciudad de Guatemala, unas 1.400 personas quedaron sepultadas cuando el miércoles, mientras sus habitantes dormían, las laderas de dos volcanes se derrumbaron sobre las decenas de casas, transformando todo en un pantano. Una parvada de buitres vuela en círculos sobre el lago Atitlán donde terminaba el pueblo, ahora transformado en una pileta de lodo, mientras crece el olor a descomposición.
"A estas alturas, los cuerpos que podrían encontrarse ya están en un muy avanzado estado de putrefacción ¿Por qué vamos a arriesgar contaminarnos sacando los cuerpos y contaminar desde aquí a la morgue, de la morgue al cementerio?", dijo Mario Ramírez, jefe del equipo de rescate de los bomberos.
Aseguró que ni los familiares de quienes quedaron bajo el lodo creen que se podrán hallar los cadáveres. "Ya no vinieron los lugareños a buscar, lo que significa que ya perdieron la esperanza. Ya se dieron cuenta de que es algo imposible", agregó.
Un equipo de cinco perros entrenados especialmente para encontrar sobrevivientes de tragedias trabajaba en el lugar con una docena de expertos españoles, mientras 32 bomberos locales esperaban sentados que los perros encontraran algo.
"Excavamos si los perros encuentran algo", dijo Mario Cruz, portavoz de la brigada nacional de bomberos. "Ya pasó demasiado tiempo, son más que 100 horas".
Pero algunos se resisten a la idea de que el lugar sea declarado fosa común. "Hay mucha gente muerta aquí. Deben seguir buscando", dijo Pedro Sicay, de 43 años, un campesino que vive en Panabaj.
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Un sobreviviente carga a su hija.
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