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 domingo, 25 de septiembre de 2005  
El perfil de los amantes que llegan a la ciudad

Las parejas informales que visitan Rosario y la eligen como el escenario inmejorable para reventar un par de días distintos, lejos de las presiones, la familia, las obligaciones y la cotidianidad, oscilan entre los 35 y 50 años. Así, al menos, relatan varios testigos quienes agregan que estos amantes fugaces cuentan con un “importante” poder adquisitivo.

  “Si realmente no tienen ninguna obligación laboral que cumplir acá, en sus casas inventan excusas para escaparse a Rosario, o vienen a hacer negocios y se traen a las secretarias”, insiste un conocedor de este perfil de clientes que cada vez es más habitual.

  “Aparte, te das cuenta que el tipo se trajo a una mina que no es la mujer porque decide todo y ella se queda siempre callada”, agrega. “Igual, la tiene como a una reina; comen salmón rosado, cazuela de mariscos, sale mucho el pescado de río y un vino que no baja de 40 mangos”, remata.

  Un taxista le contó a La Capital una historia novelesca. “Llevo y traigo a un matrimonio por separado que viene de trampa a Rosario; ellos no saben que soy el mismo testigo de sus andanzas”, remarca con una sonrisa irónica.

  Una vez en la ciudad, algunos tramposos se animan a consultar sobre sitios que les interesan visitar y a pedir referencias de determinados reductos. Aunque, mayoritariamente, no vienen a hacer turismo ni mucho menos. Se conforman con tener una buena noche que, en todo caso, llega a extenderse hasta Victoria con la intención de cruzar el puente. Pero esto es menos habitual.

  Según se pudo saber, estas escapadas comenzaron a hacerse frecuentes a partir del último receso de Semana Santa. Durante el verano no hubo visitas de este tipo y tampoco se presentan los fines de semana largos. “¿A quién se le ocurriría?”, dijo un portavoz irrefutable antes de subrayar: “Están reservados para su entorno oficial”.

  Otro dato que los marca a fuego es que siempre se mueven en auto; jamás entrarían a través de la Terminal. Puede ser peligroso y no tiene nivel.

  “¿Cómo se da cuenta que están de trampa?”, preguntó este diario a otro referente. “El es quien busca hotel y ella pregunta por algo que quiera conocer”, fue la respuesta. “Aparte la mujer no contradice a su pareja”, consignó el vocero como un dato estratégico. “Si fueran un matrimonio, seguro que ambos se consultarían”, remató.
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