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viernes,
23 de
septiembre de
2005 |
El cantante tuvo que suspender la gira de presentación de "Moda y pueblo"
Fito Páez: "Dejo que me pidan más porque reconozco
que tengo un lugar hermoso en el mundo"
El músico, que iba a ofrecer tres funciones en Rosario en el teatro El Círculo, se contagió de varicela
Fernando Toloza / La Capital
"Estoy acá haciendo de padre", le dice Fito Páez a Escenario desde el otro lado de la línea telefónica. El músico rosarino tuvo que suspender de imprevisto la gira de presentación de su disco "Moda y pueblo" porque se contagió de varicela de uno de sus hijos. Parecía una gripe pero no; era más complicado. Páez iba a ofrecer tres funciones para presentar, en el teatro El Círculo, del disco que marca un nuevo camino en su carrera: la recreación de sus temas desde la perspectiva de una orquesta, que contó con arreglos del maestro Gerardo Gandini, un músico fundamental en el panorama clásico y contemporáneo argentino.
-¿Concebís una gira sin tocar en Rosario?
-No, ¡imaginate! Hay cosas que van a suceder como tu muerte y hay otras que nunca van a suceder, como que yo haga una gira y no pase por Rosario. Lo que pasó al principio fue que no se habían arreglado todavía las fechas y la gira además todavía no tiene mucho tiempo, apenas unos tres meses.
-Pero cuando se anunció la gira, la información de prensa de agencias nacionales no incluía Rosario...
-No, no puede ser, debe haber sido un error tipográfico (risas).
-¿Cómo has visto al público de los recitales de la gira de "Moda y pueblo"?
-En realidad, los conciertos son siempre extraordinarios, y por eso no puedo decir que haya uno igual al otro. En general, siento una gran comodidad, y es un gran lujo. No había pensado en este tema, pero la gente va a escuchar, entiende que es un concierto de música y nadie va a hacer otra cosa que escuchar. Cuando hay que saltar, salta y se canta, como pasa en cualquier situación de este tipo, en la que estamos todos con las emociones a flor de piel. La verdad es que me siento muy orgulloso de la gente que me va a ver porque, de alguna forma, son tus aliados en la vida y te permiten jugar y hacer lo que quieras. Te bancan el riesgo y en las cosas diferentes. No tengo un público cautivo y eso me gusta.
-¿Sentís que siempre se espera más de vos?
-Sí, eso es un problema porque yo creo que no hay que esperar nada de nadie (risas), así no te decepcionás. Pero yo no puedo transmitirles a los demás lo que, en ese punto, me pasa a mí. Aunque también dejo que me pidan más porque reconozco que tengo un lugar hermoso en el mundo: soy el tipo que tiene que estar atento a ciertas cuestiones porque los demás no tienen tiempo. Está el panadero, el médico, el abogado, el cura y hay otro que hace las canciones o las películas. A mí me toca eso último y tengo que hacerlo bien, estando atento a algunos aspectos de la vida que otros no atienden porque hacen otra cosa (risas). Me siento un privilegiado y está bien que me pidan, porque yo estoy para eso.
-Siempre estás haciendo algo, pero da la impresión de que hay como un contrato con el mundo por el que se te pide más.
-(Risas) En la Argentina siempre queremos sangre. Pero esa exigencia no es algo que me quite el sueño. Yo sé que cada uno es el hijo de su padre y de su madre, y eso no lo podés mover. Podés hacer el intento, relacionarte con otras disciplinas, aprender música, aprender montaje de cine y otras cosas, pero siempre seguís siendo el hijo de tus padres; por más que te hagas el raro y le pegues la vuelta siempre continuarás siendo ese pibe. Entonces, en la medida que ese espíritu esté bien contado, no me preocupan las repeticiones.
-Más allá de esa concepción general que terminás de dar, ¿por dónde anda tu cabeza?
-No lo sé, soy navegante y no tengo rumbo fijo. Ahora me agarró por Billy Wilder y estoy viendo todas sus películas y estoy leyendo otra vez a Copi, pero después no sé qué forma tomarán esas cosas. En mi horizonte siempre hay una canción, una película o un libro dando vueltas y en general no tengo el objetivo de sacarles el rédito. Estoy cómodo en ese lugar y lo único que busco es estar feliz con la gente que amo.
-¿Se puede pensar que "Moda y pueblo" muestra una nostalgia por la música clásica?
-No, es una música que escucho en casa y tengo, también, una relación con la forma, pero para nada nostalgia, al contrario: hay algunos autores, algunas composiciones y algunos arreglos que están tan vivos, que meten miedo.
-¿Hubo algún límite para las nuevas versiones?
-De lo que se trata es de no tener límites. Acá no hay productos que se venden; el tema es sentarse a jugar con todo el material que haya. Siempre me acuerdo una frase de (Francis Ford) Coppola cuando pasó por el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires: "Muchachos, hay que revolver la salsa; ahí está todo". Y sigo creyendo que el maestro tiene razón.
-Hoy la impresión es que todo se mueve por cuánto se vende o cuánto se mide...
-Eso, en el barrio Páez, no existe (risa), pero por supuesto que me invento formas de producción posibles. Me da envidia Tim Burton que en su última película puede hacer un barco de caramelo, con doscientos enanos con la misma cara, navegando sobre un río de chocolate y yo que hace veinte años me imaginé un barco que volaba no pude hacerlo entonces ni tampoco ahora (risas); hay que adecuarse a la cantidad de recursos que tenés y hacer la obra posible.
-¿Y el próximo disco de estudio?
-Tengo nueve temas desde el verano pasado. Cuando los vimos con Coki Debernardis y Carlos Vandera, sentimos que teníamos el disco, pero andá a saber en qué va a terminar. Te diría que falta un año por lo menos para que se haga, no te quiero mentir. Lo que tuvo de lindo fue que los temas surgieron todos juntos, y al escucharlos después de ese mes de trabajo sentimos que ahí había un disco.
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"No hay productos para vender", dijo Fito sobre el CD arreglado por Gandini.
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