Efemérides

Un 17 de septiembre

Guillermo Zinni / La Capital

De 1179: Abadesa Hildegard von Bingen, la primera feminista
Considerada la primera bióloga alemana, la primera médica y la primera feminista, Hildegard von Bingen nació en el seno de una familia noble el año 1098 en Bemersheim, en el valle del Rin. Fue la menor de diez hijos y desde muy niña tuvo visiones que más tarde la propia Iglesia declaró como inspiradas por Dios. Estos episodios, descritos como una gran luz que la rodeaba, llegaron a cegarla temporalmente, por lo que sus padres decidieron entregarla al convento benedictino Disibodenberg, donde además de disciplinarse en el ascetismo aprendió latín, griego, liturgia, música, oración y ciencias naturales. A los 18 años tomó los hábitos benedictinos y a los 38 asumió el mando del convento. Cuatro años después sus visiones se hicieron más fuertes y hasta "recibió la misión" de predicarlas. Sus experiencias las comunicó en nueve libros, entre los que se destacan "Scivias", de corte místico; "Liber Vitae Meritorum", sobre ética y "Operatione Dei", sobre teología. Otras de sus obras que suelen nombrarse son el "Liber Simplicis Medicinae" y el "Liber Compositae Medicinae", donde aborda a la ciencia de curar desde una perspectiva holística, incluyendo conocimientos de botánica y de biología y donde trata sobre las enfermedades desde el punto de vista teórico explicando sus causas y síntomas. También compuso música y escribó 77 canciones y la ópera "Ordo Virtutum", en la que fue más allá de las normas medievales. Por esta época un comité de teólogos del Vaticano legitimó sus visiones y sus mensajes, que para muchos eran predicciones del futuro, lo que la llevó a ser conocida como la "Sibila del Rin". La gente la buscaba para escuchar sus palabras de sabiduría, para curarse o para que la guiara, pero su relación con la Iglesia no siempre fue cordial ya que Hildegard atacó sus costumbres y la denunció por corrupta y por no seguir los preceptos de la compasión. Describió a Dios con atributos femeninos, algo revolucionario para la época, y convirtió las debilidades atribuidas a las mujeres en fortalezas, luchando por la equiparación de los sexos en cuanto al castigo por los pecados: en una época en que no había duda de la "culpabilidad" de Eva, Hildegard sostuvo que la "primera mujer" no había cometido falta alguna sino que había sido una víctima engañada por Satán, quien la envidiaba por su capacidad de dar vida. Además, se atrevió a decir que el acto sexual era una unión espiritual que iba más allá de la procreación y hasta llegó a darle sepultura en el cementerio de su convento a un joven revolucionario que había sido excomulgado por el arzobispo y luego hizo desaparecer cualquier rastro del entierro para que nadie se molestara en buscarlo. Murió el 17 de septiembre de 1179, pocos años después de que la Iglesia le hiciera llegar su perdón.

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