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 sábado, 17 de septiembre de 2005  
Jardinería
Hábitat y vegetación

Luis Fuster, Gabriela Rinesi y Marcelo Serra (*)

Un tercio de la superficie terrestre útil es ocupada por el espacio forestal, lo que muestra el papel que cumple la vegetación como determinante del hábitat natural. El estilo de vida en las ciudades produce la búsqueda imperiosa del área verde, del medio natural.

Esta creciente demanda de contacto con la naturaleza manifiesta una particular sensibilidad del ser humano a la integración con el paisaje ya sea natural o modificado por la mano del hombre.

Durante este siglo, el "desarrollo" ha conseguido roturar más terrenos en la superficie de la tierra que durante los 20 siglos anteriores, con la consiguiente pérdida de regiones vírgenes completas en Brasil, Australia y otros países, haciendo desaparecer comunidades vegetales enteras, pertenecientes a floras propias.

Actualmente, la degradación de estas áreas se incrementa exponencialmente, sobre todo en Latinoamérica, por el auge de la "agriculturización de selvas". El empleo poco criterioso de técnicas no agronómicas, el abandono de las enmiendas creadoras del humus del suelo, la utilización abusiva de agroquímicos, cuya acción residual en algunos casos sigue siendo una gran incógnita, y las repoblaciones forestales a base de especies de crecimiento comercial rápido en detrimento de las autóctonas, conducen a un progresivo empobrecimiento de la flora y fauna, en definitiva a la degradación del hábitat.

Todo ello hace insoslayable ponderar la importancia que tiene la actual creación de espacios verdes y aquellos futuros que ya están tomando forma en la mentes de individuos con una concepción de vanguardia.

El crecimiento de emprendimientos urbanísticos como clubes de campo, barrios privados, chacras y el incremento de obras de forestación en general, tiende a elevar sensiblemente la superficie de "pulmones verdes", entonces, podemos hacer algunas consideraciones sobre los árboles, los cuales no deberían ser considerados sólo como objetos estéticos. Su carácter de aliados de la actividad humana se apoya en parámetros concretos y funcionales difícilmente reemplazables.

La International Society of Arboriculture promueve un programa denominado Plant it Green que estimula la silvicultura urbana y anima a los ciudadanos a plantar árboles en forma organizada y con un objetivo claro, proporcionándoles información sobre las innumerables ventajas de la forestación bien manejada.

Si bien son conocidos los beneficios del árbol como tal, recordaremos algunos tomando datos de la bibliografía especializada:

  • Fijación de residuos ambientales sólidos (polución): un plátano adulto puede fijar en sus hojas hasta 24 kg/año de material sólido contaminante. A su vez un bosque es capaz de interceptar varias decenas de toneladas/año. Un fresno americano adulto puede disponer de 135.000 m2 de área foliar para la captación de polvo.

  • Humectación del medio ambiente: un ejemplar sano y bien formado de 15-20 metros de altura es capaz de evapotranspirar entre 18-25 toneladas de agua/año.

  • Sombra y captación de distintas longitudes de onda: la sombra como efecto más evidente del árbol se acompaña con la cualidad de captar longitudes de onda como las infrarrojas que, en grandes cantidades, pueden producir serios trastornos al ser humano (problemas de piel, carcinomas, etcétera).

  • Morigeración térmica: un árbol de 15 metros de altura y 10 metros de diámetro de copa, es capaz de enfriar un volumen de aire equivalente al que podrían hacerlo 5 acondicionadores de aire de 5000 frigorías cada uno.

  • Atemperado de ruidos molestos: una densidad media de follaje puede atemperar ruidos de hasta 10-15 decibeles, esto significa una disminución del 30 al 50 % del ruido.

  • Los árboles tienen una capacidad sorprendente de extraer agua a grandes profundidades y proveer humedad en ambientes secos, pudiendo aplicar para este fin succiones de un número elevado de atmósferas.

    Si bien el 80 % del fenómeno de oxigenación lo realizan las algas verdes de aguas dulces y saladas, a través del proceso denominado fotosíntesis, los árboles aportan aproximadamente un 20 % de dicho fenómeno en el globo terráqueo. Los restantes estratos vegetales también aportan, pero relativamente mucho menos respecto a la masa forestal.

    El árbol se convierte así en un eficaz elemento de lucha contra la contaminación y casi el único aliado para reducir el fenómeno de polución en los centros poblados.

    Se estima una necesidad de 7,65 kg de oxígeno por día por habitante. Se ha comprobado que un automóvil que recorre 1000 kms consume tanto oxígeno como lo que consume un hombre todo un año.

    En ciudades europeas con mayor disponibilidad de espacios verdes se llega aproximadamente a los 30 m2 de área verde por habitante. Los valores ideales apuntan a 70 m2 por habitante.

    En algunas situaciones, por suerte cada vez menos frecuentes, se pueden ver podas irracionales y otros desmanes sobre la población forestal. El árbol es y seguirá siendo un símbolo de nobleza y el eslabón vital para la sustentabilidad del ecosistema.

    Planificar antes de plantar
    La planificación de la forestación pasa a ser un factor decisivo. La plantación debe ser concebida en un contexto de equilibrio entre el aspecto paisajístico y el agronómico. Estos dos aspectos no pueden desvincularse. No podemos plantar sin conocer el desarrollo adulto del ejemplar, sus requerimientos nutricionales y sanitarios, el efecto del crecimiento de su sistema radicular en relación al lugar disponible, la susceptibilidad al quebrado de ramas y/o volteo integral, susceptibilidad al clavel del aire, y otros factores.

    A manera de ejemplo, agrónomos y paisajistas del estado de California (EEUU) describen con claridad su concepción actual del espacio verde y afirman que hoy no se conciben plantaciones sin una previa planificación. Esta temática se aplica al proyecto y posterior realización de obras del espacio público y privado. En todos los casos, desde el diseño paisajístico hasta los programas de fertilización y control de plagas durante el mantenimiento posterior, se realizan bajo la supervisión y control por parte de especialistas que analizan minuciosamente los detalles antes de dar como apto un proyecto determinado. Los proyectos son discutidos y "puestos en crisis", de manera que quien los presente deba tener los argumentos suficientes para justificar su propuesta.

    En países en vías de desarrollo, como el nuestro, estos aspectos se consideran en forma algo superficial dando más importancia a la cuestión estética. Años después, germinan inconvenientes de todo tipo: necesidad de extraer árboles añosos, proyección de sombra no deseada, riesgo de rotura de ramas débiles o deterioradas, disminución importante de la ventilación por sobrepoblación de especies y otros.

    Para los americanos la programación, mantenimiento y conservación de las especies es tan relevante como la obra de arquitectura o ingeniería civil. Es casi imposible encontrar ejemplares desmejorados por falta de riego, deterioro por plagas o daños provocados por negligentes.

    El Huntington Garden, al sur de Pasadena, es un predio donde se reúnen distintos estilos de jardines y especies en un estado admirable. El cuidado de las plantas es sostenido por empresas que a su vez reciben un reconocimiento por dicha labor y los resultados son altamente satisfactorios.

    En el South Coast Plaza, un gigantesco mall de Los Angeles, concibieron la construcción de los ambientes de manera que se genera un hábitat interno apto para la vegetación, con palmeras de 15 mts en perfecto estado de conservación y los canteros de plantas de interior son respetados tanto como la vidriera de una marca reconocida.

    Nadie utiliza los maceteros como cenicero público. El riego es semiautomático y durante la madrugada, cuando no hay circulación de gente, se realizan intensos trabajos de sanidad y fertilización sobre las plantas. El arbolado de calles, avenidas y autopistas recibe atención permanente y se observa un crecimiento sostenido de la forestación de alta calidad. Las plantas se seleccionan antes de instalarse y no se toleran especies de baja performance agronómica.

    Si bien en aquel país cuentan con una estructura y nivel muy diferente al nuestro, sí podemos extrapolar la actitud, la forma de pensar, reflexionar y actuar. El futuro lo crea el hombre con las acciones del presente. La evolución cultural de las personas es una de las variables determinantes. Individuos dispuestos a invertir en desarrollos urbanísticos íntimamente vinculados a espacios verdes, capaces de emplear conocimiento, criterio y sentido común, serán aquellos que perfilarán un futuro promisorio. Cada uno puede hacer algo de su espacio verde, es buen momento para comenzar.

    Para consultas y más información visitar www.fusteryasociados.com.ar

    (*) Fuster, ingeniero agrónomo; Rinesi, diseño de espacios verdes; Serra, ingeniero paisajista


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