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 miércoles, 14 de septiembre de 2005  
Una cuestión de educación
Profesionales rosarinos opinan que falta conciencia pero también dinero

"Hay que sacarse el temor a hacerlo y el prejuicio de que sólo pueden trabajar bajo sistemas de calidad los laboratorios más grandes e importantes", reflexiona Jorge Cravero, bioquímico, titular de la filial Rosario de la Fundación Bioquímica Argentina. Tomar la decisión de implementar procesos de calidad y acreditar la competencia técnica implica un desembolso de dinero, pero, admite, no siempre se trata de montos inalcanzables. Cravero está convencido de que la falta de adhesión a esta modalidad y filosofía de trabajo es más un problema de educación que un problema financiero.

"Los laboratorios lo toman como algo impuesto y hay que tener en cuenta que aquellos que acreditaron sus procesos cuentan que se generaron mejoras notables a corto plazo y hablan de un cambio importante en la simplificación de tareas y en el ahorro de dinero", agrega.

Cravero aclara que aunque son pocos los que recibieron acreditaciones internacionales en el país -incluso sólo tres están en camino de conseguirla-, en materia de controles de calidad "no estamos mal" en Rosario y su zona. Porque, si bien hay uno o dos con posibilidades de acceder a normas ISO IRAM "hay muchos que certificaron frente a otros organismos y eso tiene su validez".

El bioquímico enfatizó la "presión positiva" que a su entender ejercen hoy los pacientes-clientes de los laboratorios y confía en que esa mirada crítica influya en el modo de trabajo. "Preguntan mucho más que hace unos años; quieren saber si se derivan o no las muestras, quién las analiza y cómo, si están o no acreditados; cada vez es más común recibir preguntas en ese sentido", comenta.

Para el bioquímico y profesor Oscar Fay el hecho de que algunos laboratorios avancen en el campo de la acreditación servirá como un imán para que otros se sumen. "Tiene que servir como aliciente, no me cabe duda", reflexiona.

Para Fay el tema económico tiene su peso, por eso apunta a que se genere una línea de créditos blandos que permitan a los laboratorios mejorar sus procesos y acceder a sistemas de gestión de calidad. "Hoy es un mercado que trabaja al menor precio, en el orden privado y en el estatal. Desgraciadamente el estímulo, como puede ser una acreditación, no es reconocido, no tiene una plusvalía. Si sólo se contrata el menor precio el profesional no se puede sentir reconocido, esa es la realidad", menciona.

Fay apunta a los bajos costos que manejan los laboratorios y dice sin vueltas que luego de la paridad el valor se perdió unas 250 veces y fue el profesional el que absorbió todo esto". Finalmente puso el acento en que "este trabajo no se puede hacer sin garantías y sin darle un altísimo nivel de confianza al paciente".
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