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miércoles,
14 de
septiembre de
2005 |
OPINION
El problema de
dejar dilatar
las demandas
Marcela Isaías / La Capital
"¿Cuatro meses de tregua no son suficientes?". Así rezaba el cartel que mostraba una maestra en la última movilización convocada por Amsafé. Y, si se evalúa el tiempo transcurrido entre el acuerdo firmado en abril pasado y luego de 11 días de paro, se puede concluir que al menos era el necesario para que el gobierno hiciera una propuesta lo suficientemente atractiva como para evitar las nuevas jornadas de huelga.
Porque si algo queda claro en medio de tanta confusión es que el diálogo es la herramienta fundamental para el reclamo, siempre y cuando no se convierta en monólogo. Basta recordar que si bien estaba en los planes del gobierno de Jorge Obeid quitar el presentismo, esta decisión estaba pensada para ser aplicada en forma gradual. Lo mismo pasó con los últimos anuncios de aumento salarial, también contemplados para una ejecución escalonada. Fueron las huelgas las que apuraron los tiempos y las voluntades políticas.
El acuerdo arribado en abril significó una puerta abierta para sentarse a diseñar un cronograma que atienda al blanqueo salarial y los cambios que demanda el sistema previsional. Bastaba entonces con poner sobre la mesa cómo sería lo que ahora sale como un proyecto del Ejecutivo y dar los tiempos suficientes para que los maestros evaluaran la propuesta.
Podrá argumentarse desde el oficialismo -de hecho así ya se ha hecho- que Amsafé se levantó de la mesa de diálogo y que se trata de un paro oportunista que le hace el juego a los partidos opositores.
Pero también podría pensarse, desde otro lugar, que se dejaron dilatar los tiempos y se subestimó la fuerza de la demanda; más allá de que los mecanismos elegidos para la protesta puedan ser cuestionados.
Ahora el análisis parece tardío, como volver a mirar una vieja película vista por todos: tres nuevas jornadas de paro que comienzan hoy dejan sin clases a los alumnos, con el agravante de que entre ellos cuentan los más pobres, los que más necesitan de los tiempos de la escuela, del abrazo del maestro, de las clases de lecturas y problemas matemáticos y del diálogo que les permita pensar en un mañana diferente.
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