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domingo,
11 de
septiembre de
2005 |
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Un gobernador de buena madera
Dicen que a Jorge Obeid cuesta mucho bajarlo del caballo. El hombre se tiene fe y lo manifiesta. Por eso ayer, cuentan, el Turco percibió como un mensaje simbólico el viaje que hizo a la pujante ciudad de Esperanza, donde recorrió la Feria Internacional del Mueble y la Madera, que por primera vez tiene carácter internacional y finaliza hoy con un señalado éxito. Es que el cambio de modelo económico benefició singularmente a esta actividad y ayer era indisimulable la euforia de algunos participantes ante los avances producidos en la concreción de negocios, no tan usuales en otros años, cuando las condiciones generales distaban de ser tan favorables como en la actualidad. Tras ser recibido por el presidente del Centro Industrial de la Madera y Afines y charlar largo y tendido con varios empresarios, el gobernador se dedicó a lo que más le gusta, mezclarse con la gente y conversar sin agenda previa. Le llevó bastante tiempo recorrer los cinco mil metros cuadrados que ocupa la muestra, donde ciento quince expositores exhiben sus productos, que después se exportan. Pero no se cansó: él dice que lo cansan otras cosas. ¿A qué se habrá referido?
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La elegancia no es para todos
La emisión de "Plan A" había optado por profundizar un tema del cual se habla mucho pero se sabe poco: el protocolo. Y Gustavo Rezzoaglio desplegaba la dinámica que le es habitual en su tarea de conducir hasta que uno de los invitados del sexo masculino hizo referencia a la importancia que tiene, para un hombre elegante, abrir el placard o el ropero y darse cuenta con una sola mirada cuál es la ropa que debe vestir ese día, de acuerdo con la ocasión y el clima. Algunos dicen que el titubeo exhibido en ese momento por el joven animador delata un añejo punto débil. Es que según se comenta con picardía, eso es justamente lo que más le cuesta: combinar camisa con pantalón y saco con corbata. Pura envidia, sin dudas.
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Una ausencia que se nota mucho
Promete, promete y promete, pero nunca cumple. En la mesa de periodistas rosarinos que despunta su nostalgia en la lejana Buenos Aires los primeros lunes de cada mes, cuando se reúnen a cenar en un coqueto restaurante, nunca faltan el licenciado Monchi Balestra, el irreverente Osvaldo Bazán ni el poeta manco Reynaldo Sietecase, pero el que suele pegar el faltazo después de haber jurado en reiteradas ocasiones que irá es el voluminoso Gerardo Rozín. Sus amigos no se quejan demasiado: es que aseguran que de esa manera el encuentro gastronómico-enológico les sale mucho más barato. ¿Qué habrán querido decir? |
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"Tal vez se creían banca pero, según parece, son punto"
Gobernador Jorge Obeid
Acerca del Frente Progresista
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