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miércoles,
17 de
agosto de
2005 |
Escándalo en el juzgado
federal de Reconquista
Un imputado por tráfico de drogas fue indagado por un juez subrogante que ahora es su defensor
Un procedimiento con el secuestro de 154 kilos de drogas, la detención del narco que la transportaba, el testimonio clave de un policía en el marco de la causa, un juez que ante un pedido de excarcelación se excusa por estar enfermo y presenta un certificado firmado por su propio hermano, un conjuez que asume el expediente y libera al imputado pero que luego pasa a ser su defensor, el suicidio del principal testigo del hecho. Todos esos condimentos conforman una intrincada historia que tiene por principal escenario al juzgado Federal de la ciudad de Reconquista y entre sus protagonistas a su titular, Eduardo Fariz, un magistrado con varias denuncias en el Consejo de la Magistratura de la Nación.
Los hechos, según fueron detallados en la edición de ayer de Rosario/12, empezaron a desencadenarse el 17 de marzo pasado en el cruce de las rutas 1 y 23, en el departamento San Cristóbal. Allí se había montado un operativo entre la Unidad Regional XIII, la Dirección Provincial de Drogas Peligrosas y la Guardia Rural Los Pumas. Poco antes de las 17 de aquel día, el conductor de una pick up giró en "U" para evitar ese retén. El chofer se metió por un camino de tierra y fue perseguido por los policías, que le dieron alcance a 8 kilómetros de allí.
El primero en acercarse al vehículo fue el agente de Los Pumas Claudio Román Ramón Capdevilla, de 30 años. Lo primero que escuchó de parte del conductor fue lo mismo que él repitió en tres instancias del juicio que se le hizo al chofer: "Estoy hasta las manos, llevo más de 150 kilos de marihuana atrás".
Efectivamente, Aldo Francisco Ferrero, un comerciante afincado en la ciudad cordobesa de Morteros, trasladaba 154 kilos de marihuana que provenía de Paraguay en varias bolsas que contenían panes compactados precintados con cinta de embalar. El hombre fue derivado a la comisaría 5ª de Suardi y el caso, por razones de jurisdicción, quedó en manos del juez federal de Reconquista, Eduardo Fariz.
Pero el día que el expediente llegó al despacho del magistrado, Fariz estaba en la Capital Federal y fue reemplazado por un juez subrogante: Ricardo Degumois, un abogado que en Reconquista es conocido por su presunta connivencia con Fariz. Fue precisamente Degumois el que le tomó la primera declaración a Ferrero.
A los pocos días de ese acto procesal, Fariz retornó a su trabajo y Degumois se convirtió en abogado defensor de Ferrero. Y la primera medida como representante del imputado fue pedir la excarcelación del comerciante cordobés.
Pero no fue Fariz quien respondió ese reclamo de la defensa. Es que el pasado lunes 1 de agosto el juez pidió licencia por enfermedad mediante la presentación de un certificado médico firmado por su propio hermano. Entonces, la Cámara Federal de Resistencia (de la que depende el juez de Reconquista) nombró como subrogante a Hugo Rebechi, considerado "un hombre de confianza" de Fariz y éste ordenó la libertad de Ferrero argumentando que no contaba con antecedentes, que tenía dos hijos menores y que no había indicios de que pudiera eludir la acción de la Justicia.
Claro que el magistrado no tuvo en cuenta que durante el procedimiento de detención, Ferrero intentó eludir el control policial y lo tuvieron que perseguir 8 kilómetros por un camino de tierra.
¿Un suicidio?
El final de esta historia empezó a desarrollarse el 5 de agosto último. Ferrero recuperó la libertad a pesar de estar imputado por un delito que prevé penas de 4 a 15 años de prisión y que por lo tanto no es excarcelable. Al respecto, la publicación hecha ayer en Rosario/12 da cuenta de un joven a cargo del mismo juzgado que lleva 7 meses tras las rejas por tener en su poder "cuatro bochitas de marihuana".
Un día después de que el comerciante saliera de prisión, el policía Claudio Capdevilla, el mismo de Los Pumas que lo detuvo y declaró en el juicio apareció muerto sobre un patrullero volcado. Fue en un paraje cercano a Villa Trinidad (departamento San Cristóbal) y tenía un tiro en el parietal izquierdo. El arma la tenía en la mano izquierda y, según la policía, tenía restos de pólvora en ella. Por eso presentaron el caso como "un suicidio con trasfondo pasional". Lo que obviaron, es que Capdevilla era diestro y al momento de morir, en la mano derecha sólo tenía un teléfono celular.
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Fotos
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Ricardo Degumois fue el primero en trabajr en la causa como juez subrogante.
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