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miércoles,
17 de
agosto de
2005 |
Leprosos de Barcelona
Pablo Barsky toma la batuta. "No va a ser fácil, pero además de ganar el clásico tengo tanta fe que ya tengo el pasaje para las semifinales y la final. No nos para nadie". Este rosarino, leproso de cuerpo y alma, no anda con vueltas a la hora de hacer pronósticos. La frase la tira en el restaurante mexicano donde ejerce como chef, que sirve de reunión para la gente leprosa.
Junto a Pablo y Arturo, el otro encargado del bar, hay otros hinchas entusiasmados. Gustavo Udosevich está junto a sus hijos Tomas y Gaspar que muestran orgullosos las camisetas rojinegras con la inscripción de la filial de Casilda. Hace seis meses que están en Barcelona pero se sienten tan cerca de Newell's como cuando estaban en Argentina. "Seguimos a Newell's como sea y para el clásico lo haremos vía internet", afirma Gustavo.
Federico Góngora muestra feliz su camiseta con la inscripción: "El que no aliente no sale campeón. 40 mil de visitante. El más grande". Y tiene su definición de lo que es Newell's. "Es un sentimiento, y Central un resentimiento", afirma mientras sujeta en sus manos el DVD con la campaña del último título rojinegro.
Diego Brez dice que seguirá el partido por internet. "Escucharé la radio y mañana leeremos los comentarios en Ovacion", afirma mientras recuerda el día en que fueron campeones y se juntaron a dar la vuelta olímpica en Plaza Cataluña. "Nos miraban los turistas y nadie entendía nada", señala a su vez Arturo Golignon.
A la hora de los resultados, todos se la juegan por el triunfo. Rubén Costa, un egresado de la Facultad de Comunicación Social de Rosario, saca a relucir su espíritu periodístico y hace un análisis del equipo. "Newell's está en un proceso de crecimiento. La Sudamericana tiene que servir como una preparación para luego jugar la Libertadores con más experiencia. Hay un técnico nuevo que parece ser muy trabajador y un plantel joven. Pero más allá de esto, el clásico lo ganamos 3 a 1 y lo definimos en cancha de ellos".
La luna ya está posando encima de La Pedrera y el Paseo de Gracia se convierte en el lugar ideal para contemplar la belleza de una ciudad que cautiva a propios y extraños. Muy cerca de allí, por calle Aragón un grupo de leprosos canta y alienta por su Newell's. El clásico está a la vuelta de la esquina. Y se vive como tal. A pesar de la distancia.
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