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domingo,
14 de
agosto de
2005 |
El último shabbat en los asentamientos judíos
Neve Dekalim, Gush Katif. - Chava Golan tiene 26 invitados para la cena del shabbat, pero en el último viernes antes de que esta semana comience la retirada ha preparado una mesa aparte para su marido Shmuel y sus siete hijos. Mientras supervisa los preparativos en la cocina, suspira afirmando no saber lo que sucederá cuando los soldados llamen a su puerta. Como muchos otros, espera "un milagro" que le permita quedarse en su casa.
Estos días, el asentamiento de Neve Dekalim parece profundamente dividido entre las familias que se apresuran a empacar sus pertenencias y abandonar el lugar con las compensaciones prometidas por el gobierno israelí y aquellos que anuncian resistir la evacuación.
La casa de la familia Golan está intacta y brillante después de ser lavada por las visitas que se oponen a la retirada. Shmuel Golan afirma que, aparte de un álbum de fotos enviado a familiares, su familia no piensa hacer las maletas. "No hay motivo, ésta es nuestra casa".
Mientras los invitados siguen llegando del servicio religioso del viernes en la sinagoga central, desde la casa de los Golam se observa el exuberante flujo de creyentes que se acercó al templo y ahora baila sobre el césped, cantando y rezando, fuera del edificio.
En la zona abundan los carteles que dicen "Esta es nuestra tierra" y "Los judíos no expulsan a los judíos". Dentro de la sinagoga, los rabinos citaron las escrituras llamando a los residentes y a los visitantes a mantenerse firmes ante la evacuación. Otras octavillas piden a las personas de 16 años y mayores que se organicen en grupos de 20 y esperen instrucciones para "sabotear y frustrar el plan de evacuación".
En Neve Dekalim, los paseantes se desean mutuamente un "buen shabbes" y se preguntan sobre los preparativos para el desmantelamiento de la colonia, que comenzará cuando los soldados vayan puerta por puerta informando a los pobladores que su tiempo se ha acabado.
Preparando la resistencia
En el salón de los Golan, galones de agua potable y enormes sacos con papas, zanahorias y otros vegetales son un botón de muestra de las medidas en marcha para sobrellevar el esperado choque con las fuerzas de seguridad. Después de la ceremonia del vino y el lavado de manos, Chava y sus asistentes sirven a los invitados sopa de pollo, pescado frito, un plato de carnes y verduras al horno y una gran variedad de ensaladas.
Durante la cena, Benaya, de 26 años, canta las tradicionales plegarias nocturnas y agradece a Chava y Shmuel por invitar a otros a compartir su hogar en un momento tan difícil. "Ahora estamos aquí para ustedes", dice. Shmuel sonríe e invita a todos a regresar para el Año Nuevo judío. Además de sus familiares, los Golan acogen a seis mujeres manifestantes que lograron entrar clandestinamente en el asentamiento hace dos semanas, después de que el territorio fuera declarado zona militar.
Anat Bachar, de 16 años y procedente de Jerusalén, dice haber trabajado toda la semana limpiando casas en la colonia y ayudando a los residentes con sus tareas domésticas. "Haré lo que pueda para ayudar a la gente aquí y, si Dios lo permite, con nuestra ayuda se quedarán". Por la noche, las calles alrededor de la casa cobran vida con grupos de entre 20 y 30 manifestantes que se sientan a cenar en largas mesas mientras las mujeres traen provisiones de las residencias cercanas.
En todo el asentamiento, las casas abandonadas por las familias que aceptaron la oferta económica del gobierno para irse están volviendo a la vida gracias a la continua llegada de oponentes a la evacuación en la Franja de Gaza.
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