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miércoles,
20 de
julio de
2005 |
Chamot sabe que tiene una deuda
Mauricio Tallone / La Capital
El frío cala los huesos en el campo de deportes del Colegio San Pablo, lugar en el que los jugadores de Central acaban de terminar una práctica recreativa. José Antonio Chamot recorre a paso anestesiado los casi 30 metros que separan el campo de juego del micro que llevará de regreso al plantel canalla hasta el hotel La Viña. En una mano sostiene una bebida refrescante y en la otra un cono naranja fosforescente que minutos antes había esquivado con la facilidad de un pibe. Una postal que retrata que si algo aprendió el Flaco a manejar durante estos ocho días de pretemporada en La Cumbre es su estado de ansiedad.
Es que las sucesivas lesiones le martirizaron tanto la existencia en los últimos meses, que ya no quiere saber nada con volver a sentir esa sensación de estancamiento. Hoy se anima a observar su presente desde una perspectiva diferente. Cuenta que aquella imágenes de rutinas angustiantes hace rato que no le dan más vueltas por la cabeza como un carrousel. Tampoco anda con ganas de hacer demasiada retrospectiva ni detenerse en lo que ya pasó.
"La verdad, estoy sorprendido con mi respuesta física durante toda la pretemporada. Creo que esto es la consecuencia del trabajo que realicé en los últimos meses, más allá de que me persiguieron mucho las lesiones. Hoy las expectativas de cara a lo que viene son otras con relación a la pretemporada pasada. Aquella vez no sabía si iba a seguir jugando. En cambio, hoy me muero de ganas por estar en el equipo", dice.
-Entonces te ves saliendo del túnel con el equipo titular.
-Es que este torneo tengo que jugar sí o sí. Ya no hay margen para seguir esperando. Porque si no juego, no le sirve a nadie. Ni a Central ni a mí.
-Es decir que si las cosas no salen bien, largás el fútbol.
-Hoy no se me cruza por la cabeza que las cosas me van a salir mal. Pero está muy claro que tengo que jugar. Desde el mismo momento en que decidí seguir en la pretemporada pasada, me propuse conseguir el objetivo. Por suerte en estos días en La Cumbre cumplí con todo lo que estaba planeado.
-¿Te sentís en deuda con la gente de Central por no haber jugado como querías?
-Un poco, sí. Seguramente la gente de Central me hubiera querido ver más tiempo adentro de la cancha. Lo que pasó es que me jugó una mala pasada la larga inactividad que traía. Nunca llegué a recuperarme bien. Hacía los trabajos y siempre sentía un dolor. Algo me pasaba. En esta pretemporada fue diferente porque me animé a correr a la par de los muchachos y no me perdí ningún circuito.
-El profesor Vigna remarcó que estás hecho un pibe. ¿Es cierto que más de una vez te dijo que aflojaras el ritmo en pleno entrenamiento?
-Sí, pero tampoco fue para tanto. Lo que pasa es que el profe quiere cuidarme. Está en todos los detalles y eso me hace sentir muy bien.
-¿Vas por un puesto de titular?
-Sí, este año quiero jugar. Voy a tratar de ponerlo en problemas a Cuffaro (risas). Además hay dos torneos por delante y algún hueco siempre aparece. Todo va a depender de la condición en la que me encuentre en ese momento.
-¿Te ves jugando el clásico contra Newell's por la Sudamericana?
-Sería lindo, ¿no? Ojalá que Cuffaro me tenga en cuenta. Hace mucho tiempo que no juego contra Newell's y no me gustaría dejar pasar esta posibilidad porque seguramente puede ser una de las últimas que tendré en mi carrera.
-Si todo marcha bien, la idea es jugar hasta diciembre y después retirarte.
-Todavía no sé que voy a hacer. Todo va a depender de cómo me sienta durante estos meses. Si me siento con las ganas de ahora, es probable que siga. Pero si me lesiono de nuevo, la cosa cambia. Ya tengo que mirar con otros ojos la posibilidad del retiro.
-¿Cambió en algo tu relación con Cuffaro Russo ahora que es el entrenador?
-Es raro tenerlo como técnico porque fuimos compañeros. Pero la relación es de mutuo respeto. El es el entrenador y yo, por más que lo conozca desde cuando jugábamos juntos, soy uno más del grupo. Además ya se venía comentando de que Cuffaro era el reemplazante de don Angel.
-¿Cuándo eran compañeros ya lo veías con pasta de entrenador?
-Sí, ya pintaba para ser técnico. Porque junto al Patón (Bauza) tenían voz de mando en el grupo y por lo que escuchábamos, sabían leer muy bien los partidos. Además, los dos ya tenían decidido que cuando largaran iban a ser entrenadores.
-¿Qué tenés planeado para tu futuro?
-No creo que sea entrenador. Seguramente cuando me retire voy a tomarme un tiempo para estar con la familia y luego decidiré.
-¿No te seduce la idea de sumarte al cuerpo técnico?.
-No, por ahora tengo la mente puesta en jugar. Es un desafío interno. La gente de Central me brindó mucho afecto en este tiempo y sé que hasta ahora me siento en deuda con ellos. Ojalá que en estos meses me puedan ver más seguido adentro de la cancha. l
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