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 miércoles, 20 de julio de 2005  
Todo concluye al fin
Central terminó la pretemporada en La Cumbre

Central le dije chau a La Cumbre. La delegación partió ayer a las 12 en punto rumbo a Rosario. Atrás quedaron días de rutinas desgastantes, matizadas por algunos contratiempos, pero con la tranquilidad del deber cumplido.

Como estaba previsto, el plantel almorzó cerca de las 11 y en menos de media hora, la mayoría de los muchachos ya estaba con sus valijas y bolsos enfilando hacia el micro de la empresa Zenit, que hacía un buen rato que permanecía en marcha y estacionado en la puerta del hotel La Viña.

Los primeros en subir y dejar sus pertenencias en el transporte fueron Germán Rivarola y Paulo Ferrari. Después les siguieron el Oreja Borzani, Emiliano Papa y Pablo Vitti y así hasta completar la nómina de los viajeros. Ah, Raldes directamente se ubicó en el ómnibus porque su equipaje ya lo había despachado en el mismo momento en que recibió la gastada del Loncho (ver apostillas).

Fue una despedida en la que reinaron los rostros de felicidad y alivio por la esperada vuelta a casa. Tal es así que algunos aprovecharon unos minutos antes de sentarse en el colectivo para hablar por sus celulares y pegarle el último vistazo a las cajas de regalos y otros recuerdos que les llevaban a sus familiares.

Precisamente en el rubro compras todos anduvieron parejos y la mayoría gastó sus buenos pesitos. Ninguno regresó a Rosario con las manos vacías y todos se las ingeniaron para llevar alguna chuchería autóctona. Aunque también estuvieron los que no podían ni caminar por la cantidad de cajas de alfajores y dulces regionales que viajaban a casa de los papis. Fue el caso de Pablo Vitti, que en una mano llevaba uno de sus bolsos y en la otra colgaban varios paquetes con la inscripción Estancia El Rosario.

A medida que los integrantes del contingente canalla caminaban hacia el micro, saludaban a los encargados del hotel. Hubo espacio para los abrazos y para un gracias grandote como las sierras de La Cumbre. Es que los jugadores se sienten como en su propia casa en La Viña.

Durante estos días recibieron un trato muy amable de los empleados y lo menos que podían hacer era retribuirselo con un gesto de agradecimiento. A la hora señalada, el micro de la empresa Zenit empezó a moverse y cada uno de los jugadores y los integrantes del cuerpo técnico pegaron una de sus manos contra las ventanillas y saludaron a la ciudad que los cobijó durante más de una semana.
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El plantel sube al ómnibus para emprender el regreso.

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