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 sábado, 02 de julio de 2005  
Golpe preciso. Un trío de hampones bien informados asaltó a una familia en barrio Azcuénaga
Golpean brutalmente a un mecánico y le roban $17 mil
Redujeron a 5 personas y exigieron el dinero del hermano de la víctima, quien había llegado a Rosario para vender chatarra. Horas antes lo había demorado la policía por no tener documentación de su vehículo

La cena del jueves pasado tuvo un abrupto final para la familia de Norberto Caserini, un mecánico de barrio Azcuénaga. Tres hombres tocaron timbre en su casa con la excusa de pedirle prestada una llave inglesa. Norberto vaciló un segundo, estaba cansado y relajado al final de una jornada de trabajo, pero recapacitó y abrió la puerta. Así comenzó una odisea que duró media hora, durante la cual el dueño de casa recibió una brutal golpiza y terminó perdiendo a manos de la gavilla unos 17 mil pesos. Los ladrones, de aspecto acicalado y muy prolijos, actuaron como profesionales. Hablaban con alguien por handy e incluso llegaron con trozos de soga con las que ataron a sus víctimas.

  Pero para los Caserini no fue un robo común y al voleo. La familia sospecha que el grupo actuó con información obtenida de antemano, ya que en todo momento los asaltantes preguntaban por el dinero perteneciente a un hermano de Norberto.

  El violento asalto ocurrió a las 21.30, en Pedro Lino Funes 1362, donde Caserini vive con su familia (su mujer Lidia y su hija Noelia) desde hace ocho años. A esa hora los tres estaban en compañía de dos empleados de Daniel Caserini, el hermano de Norberto. Daniel está radicado desde un largo tiempo en la ciudad correntina de Santo Tomé, y el jueves llegó hasta lo de Norberto en un viaje de rutina: junto con sus empelados arribó a Rosario con un camión y un ómnibus Mercedes Benz 1114 cargados con hierro y chatarra en general para vender en comercios de esta ciudad.

  “Mi hermano hace cada tanto este viaje. Viene a Rosario a vender fierros y a comprar verduras y hortalizas para su negocio de Santo Tomé”, comentó ayer Norberto mientras se esforzaba por disimular los fuertes dolores que sufría como consecuencia de los golpes propinados por los hampones. Lo que no podía disimular este hombre de 58 años era el cerrado hematoma en el ojo derecho y el vendaje sobre la ceja y el mentón, que denotaban el feroz castigo.

  Pero lo cierto fue que durante la mañana del jueves, es decir varias horas antes del robo, ocurrió un hecho que tuvo como protagonista a Daniel y ayer a la mañana a Norberto no le terminaba de cerrar. Sucede que Daniel anduvo con su camión por distintos lugares de la ciudad hasta que en un momento dado fue detenido para un control de la Patrulla Urbana en Provincias Unidas y San Lorenzo.

  Los policías le pidieron los documentos del vehículo, pero Caserini no los tenía encima por haberlos olvidado en la casa de su hermano. Entonces sobrevino una discusión entre los agentes y el camionero, que terminó demorado en la seccional 14ª por averiguación de antecedentes. Sobre el asunto, Norberto recordó: “Daniel me llamó por teléfono para contarme lo que le había sucedido. Los papeles del camión estaban en casa. Así que los agarré y me fui para la comisaría. Allí todo se solucionó, pero llegaron a pintarle los dedos”.

  En la dependencia Daniel tuvo que mostrar toda la documentación, tanto del vehículo como de la carga que había traído, y al cabo de unos engorrosos trámites quedó en libertad, alrededor de las 16. Cinco o seis horas después de finiquitar la cuestión, Daniel se encontraba en un hotel donde suele parar en sus esporádicas visitas a Rosario. Sus dos empleados, en tanto, se quedaron en lo de Norberto, donde tenían planeado cenar para luego dormir arriba del ómnibus cargado de mercadería.

  Pero todo quedó en planes. A las 21.30, tres hombres atildados, jóvenes, tocaron timbre en lo de Norberto y le pidieron prestada una herramienta para arreglar un auto que supuestamente se había descompuesto en la calle. Todo era una simple excusa, porque antes de que tuvieran tiempo de algo los tres sujetos ya habían desenfundado armas de puño y tenían a su merced a cinco personas. Una muestra de que venían preparados: los intrusos también extrajeron de entre sus ropas trozos de soga que enseguida utilizaron para inmovilizar a sus víctimas.

  Casi en forma simultánea Norberto recibió el primer culatazo en la cabeza. “Dame la plata de Daniel”, le reclamó uno de los asaltantes. El mecánico intentó explicarle que no tenía ningún dinero de su hermano, pero los delincuentes no le creyeron y entonces se ensañaron con él. “No me mataron de casualidad. Tengo problemas cardíacos y además casi me sacaron un ojo”, señaló Norberto. Después fue conducido a su habitación, donde también siguió recibiendo golpes.

  “Me pegaron tanto, siempre apretándome para que les diera la plata de Daniel, que les tuve que dar unos ahorros y la guita de la venta de un Fiat 147 que vendí hace poco”, admitió. En total, 17.300 pesos fue el botín que recolectaron los maleantes. De la casa no tocaron nada más, salvo unas alhajas de Lidia que les parecieron atractivas. Finalmente, dejaron a todos maniatados, tirados en el piso, cortaron el cable del teléfono y se fueron, tras cerrar la puerta con llave.
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Norberto quedó con el rostro severamente lastimado.

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