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 sábado, 02 de julio de 2005  
Periodistas prefieren ir presos a revelar sus fuentes

Washington. — El periodista de la revista Time imputado penalmente por resistirse a revelar sus fuentes, Matt Cooper, se manifestó “decepcionado” luego de que sus jefes entregaran sus anotaciones a la Justicia, que investiga la filtración del nombre de una agente secreta de la CIA. “Durante dos años protegí mis fuentes confidenciales incluso bajo la amenaza de ir a prisión”, se quejó Cooper.

  Por otra parte, la Federación Internacional de Periodistas (FIP), con sede en Bruselas, acusó a la revista Time de “grave traición” a los principios de la profesión.

  En declaraciones al diario The New York Times, Cooper señaló que “aunque entiendo la decisión de Time de entregar papeles que identifican mis fuentes, obviamente estoy decepcionado por el camino que eligieron”.

  El New York Times está directamente involucrado en el asunto. Una reportera de este diario, Judith Miller, es la otra protagonista del caso, en el que la Justicia investiga cómo se filtró el nombre de la agente de la CIA Valerie Plame, cuyos datos se conocieron poco después de que su marido, el ex embajador Joe Wilson, criticara duramente la política de la Casa Blanca para invadir Irak.

  Miller, por su parte, se declaró lista para ir a la cárcel antes de dar a conocer la identidad de sus fuentes. El caso representa uno de los mayores choques entre la prensa y la Justicia de Estados Unidos. La investigación se inició debido a que dar a conocer la identidad de un agente secreto es un delito federal.

  Sin embargo, no fueron ni Miller ni Cooper quienes dieron a conocer la primicia sobre la agente Plame, sino el columnista conservador Robert Novak, quien mencionó a “dos altos funcionarios” de la administración federal como sus fuentes. Sin embargo, Novak no fue citado por la Justicia. La Corte Suprema rechazó entender en el caso el lunes pasado, lo que dejó a Miller y Cooper al borde de la prisión.

  El New York Times dedicó ayer una página completa al caso, señalando todos los precedentes en los cuales la Corte Suprema o el Congreso pidieron a periodistas revelar sus fuentes, incluyendo el caso Watergate publicado por el Washington Post, que causó la renuncia de Richard Nixon.

  Para muchos analistas, se trata de un verdadero test para la actualidad de la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que defiende el derecho a la libertad de expresión, entre otros puntos.

  El caso Miller-Cooper representa la más aguda confrontación entre la Justicia y la prensa desde 1971, cuando la Corte Suprema rechazó prohibir al New York Times y al Washington Post que publicaran una historia sobre la Guerra de Vietnam —por entonces en pleno desarrollo— conocida como los Papeles del Pentágono.

  Expertos legales dijeron que no conocían otro ejemplo en la historia moderna del periodismo en la que una gran organización periodística anunciara que entregará las notas, y por lo tanto la identidad de las fuentes reservadas, en respuesta a una citación judicial, como hizo ahora la revista Time.


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