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 sábado, 02 de julio de 2005  
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Clásico y popular
Fito Páez editó "Moda y pueblo", un disco con perlitas conocidas del rock nacional bajo la tutela orquestal de un noneto de cuerdas arreglado por Gerardo Gandini

Pedro Squillaci

Cuando un artista saca un disco nuevo, los más exigentes quieren que todo el material sea nuevísimo, como recién salidito del horno. Otros prefieren un grandes éxitos, temas ya conocidos y melodías acostumbradas al oído. Fito Páez, en su última producción “Moda y pueblo”, hizo una mezcla de ambas cosas, pero con un condimento especial: la orquestación corrió por cuenta de Gerardo Gandini y un noneto de cuerdas. Resultado: una delicia sólo reservada a paladares exquisitos.

  ¿Qué quiso decir Fito con “Moda y pueblo” ? La intelectualidad rockera se fue en devaneos filosóficos para interpretar todo a partir de una tapa sugestiva. Es que bajo el título (dorado, glamoroso) está la imagen de Susana Giménez, una suerte de figura fetiche de la televisión argentina de las últimas décadas. Pero con una salvedad, la foto, en blanco y negro, es un hallazgo. Es una Susana mucho más joven, sensual y naif que la que se ve en pantalla cada noche. En la contratapa, imitando la pose de la diva, aparece Fito, en una imagen actual.

  Más allá de la estética y la variedad de ideas encontradas, el contenido del disco es sublime. Fito eligió cinco temas clásicos de su autoría. Uno de Charly García, otro de Luis Alberto Spinetta, otro de Litto Nebbia, y dos nuevos “Las palabras“” y “Romance de la pena negra“, cuyo texto pertenece a Federico García Lorca.

  Elegir un poema de un autor consagrado como García Lorca tiene sus ventajas y desventajas. Lo bueno es la riqueza del texto. Lo no tanto pueden ser algunos giros expresivos no tan propios de la forma de componer de Páez.

  Sin embargo, hubo algo en ese tema de apertura del disco que a Fito le disparó una luz verde. “Pregunte por quien pregunte,/dime ¿a ti qué se te importa?/Vengo a buscar lo que busco,/mi alegría y mi persona“. El texto alude a un momento especial de Soledad Montoya en el contexto lírico del vuelo de García Lorca, pero quizá en ese punto, el artista encontró una identificación en la búsqueda del placer interior. O no, y simplemente le gustó porque sí. Es otra posibilidad tan válida como la primera.

  La elección de “El otro cambio, los que se fueron”, de Nebbia; “Muchacha, ojos de papel”, el tema más popular de Almendra, y “Desarma y sangra”, una perlita de Serú Girán, está directamente ligada al Fito de Balcarce y Santa Fe, y también al de los primeros pasos en Buenos Aires. Son tres temas que lo marcaron a fuego y también lo siguen acompañando, y por eso merecen este lugar preciado.

  Fito fue respetuoso con las versiones originales y le agregó una dosis de expresividad y sentimiento en cada interpretación que hasta redimensionó esas canciones que ya tenían luz propia.

  En lo que respecta a sus temas, había otro desafío dando vueltas. Era ver hasta qué punto sumaba o restaba con los nuevos arreglos. Uno de los logros más interesantes se da con “Naturaleza sangre”, un tema muy rockero del disco homónimo que adquirió aquí una variedad rítmica tan intensa como sutil. “Ambar violeta” lo mostró un tanto exigido en los registros altos; “Tumbas de la gloria“ aparece en una versión rica pero no con el mismo vuelo del tema original de “El amor después del amor”. En cambio “Mariposa teknicolor” supera al original con unos arreglos muy preciosistas y en “Un vestido y un amor” se respira el espíritu tanguero de la armonía y Fito le da su toque sensible en la interpretación.

  El cierre con “Las palabras”, a solo piano, habla de esa necesidad tan impuesta de explicar todo, hasta lo que, simplemente, no tiene una explicación. Y también del misterio, la mentira, la confusión, la trampa y el carácter sagrado de la palabra. Moda y pueblo, música clásica y popular entonces toman la forma de caras de una misma moneda vestidas con palabras elegantes y ambiguas. Pero más allá de cualquier definición arbitraria, lo que siempre afloran son bellas canciones.


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