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 sábado, 02 de julio de 2005  
Artesanos: Herrería
Como si fueran de verdad
Con metal reciclado, Eduardo Ferraro diseña y arma miniaturas originales de autos, trenes y aviones antiguos

Paulina Schmidt

Algunos tornillos, tuercas y chapas, y mucho ingenio y creatividad para saber combinarlos. Fanático de los autos antiguos, de la Fórmula Uno y el Turismo Carretera, el artesano y herrero Eduardo Ferraro, transcurre casi todo el día en su taller. Allí arma autos, trenes, aviones y motos con metal reciclado. Las piezas por lo general no superan los treinta centímetros de largo, son rústicas y no llevan pintura. Buscando mantener algunos detalles que lo asemejen a un vehículo real, las puertas laterales pueden abrirse y el capot se levanta y deja ver el motor. Una verdadera joyita en miniatura.

  En la casa del artesano, una habitación fue asignada para guardar y coleccionar las piezas hasta que alguna feria o exposición desvíen su destino. Al final de la vivienda se encuentra el taller. Allí, con caños, chapas colgando y herramientas, Ferraro tiene a punto de terminar una cupé Chevy de competición. En diálogo con Estilo, el artesano reconoce su predilección por los autos de carrera.

  Para trabajar y crear, el herrero se vale de revistas viejas, un poco de historia y mucha imaginación. Puntillosamente coloca pieza por pieza, algunas tan pequeñas que casi no se pueden manipular. Cada vehículo tiene algo diferente que intenta asemejarse al original pero sin copiar, busca un estilo propio.

  Al utilizar metales reciclados, nada se desperdicia. Los tornillos, las tuercas, los alambres, las chapas y los caños estructurales se pueden combinar con ingenio para armar una puerta, una rueda, la carrocería o cualquier otra parte del vehículo. “Una vez armé un barco antiguo con los restos de chapa que había sacado del zócalo de una puerta. Vale más la creatividad y la mano de obra que el material en sí mismo”, admite.

  La Feria del Bajo es el lugar donde el artesano expone y ofrece al público sus trabajos en metal. A excepción de algunos pedidos de herrería, dedica tiempo completo a esta actividad. Algunas piezas las fabrica especialmente a pedido de algún fanático o interesado; otras las hace por gusto y satisfacción propia. Así fue que un día se propuso rendirle un homenaje al piloto Juan Manuel Fangio, por el que siempre sintió admiración. “Hace dos años había escuchado por televisión que hasta el momento el gran campeón no había sido reconocido en ningún espacio público. En cambio sí se lo recuerda en Mónaco con una réplica de una Ferrari y el corredor al lado. Así surgió la idea de armar por primera vez un auto de Fórmula Uno de otras características y tamaño”, explica Ferraro.

  Finalmente cumplió el sueño de armar un Alfa Romeo 159, modelo ‘51, con el que Fangio salió campeón en España. El vehículo tiene más de dos metros de largo y el motor tiene partes de un Fiat 1500 y mucha imaginación. Esta pieza, de un enorme valor para el artesano, está en exhibición en el salón del bar El Cairo. Una moto de similares características tampoco pasa inadvertida en el lugar, por su bien logrado motoquero con campera, flecos y pelos al viento. “Es un gusto que me quise dar y para mí es un orgullo exponerlo en el bar, aunque me gustaría llevarlo al museo de Barcarce y hacer a Fangio dentro del vehículo”, remarca el artesano.

  Buena parte de su oficio lo aprendió de su suegro y con algunas reformas aún trabaja en el mismo taller. La herrería fue el puntapié inicial de su actividad que comenzó a tomar forma cuando casualmente conoció a otros escultores en el tradicional encuentro de Oroño y Pellegrini. Sin estudios afines, enseguida comenzó a armar las primeras piezas para luego mostrarlas puertas afuera. La primera exposición fue en la feria de maestros artesanos y ganó el premio mayor en el 2003. En corto tiempo cosechó reconocimiento y nuevos amigos, de los que aprende y se enriquece permanentemente. “Hay mucha gente que quiere aprender el oficio pero hoy casi no existen escuelas especializadas, incluso me ofrecieron enseñar la técnica”.

  Las terminaciones son rústicas y sin pintar, a veces llevan una mano de barniz porque de esta manera la pieza luce todos los detalles de fabricación. Los vehículos en miniatura despiertan intereses y gustos variados. Ferraro recuerda la ocasión en que un ingeniero norteamericano que trabajaba para General Motors le encargó once motos americanas que luego ofreció como regalo a otros empresarios.

  Con martillo, cortafierro, soldadura, amoladora y lija busca hacer ruido con sus diseños, en el que no faltan los tranvías y los trenes antiguos. La fabricación de piezas pequeñas son parte de su rutina, sin embargo, las obras de mayor envergadura lo llenan de satisfacción. Ahora, aventura diseñar y armar muebles con formatos de motos y autos, una original propuesta para quienes gustan del hierro y tienen pasión por los fierros.

  Mientras tanto, planea organizar una muestra en la ciudad, a beneficio de una institución de bien público.


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