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 sábado, 02 de julio de 2005  
Arquitectura
Unidad en la contraposición
Las ideas que permitieron que un restaurant funcione en un tanque de agua de talleres ferroviarios

El tanque de agua de los talleres ferroviarios del parque Scalabrini Ortiz y su edificio anexo es una obra de excelentes proporciones. Forman un conjunto de gran armonía compositiva y la construcción adicional para hacer un restaurant significó un tema importante a resolver. Se respetó la arquitectura anterior y se agregó la nueva despegándose de los muros antiguos con planos de cristal que no permiten la confusión de los límites entre una arquitectura y la otra.

  La tecnología nueva debía ser moderna y totalmente distinta de la anterior ya que debía reflejar con claridad que se trata de una obra del siglo XXI y no tratar de imitar lo existente. El respeto por la historia pasa por no falsificarla y mantener la calidad existente revalorizando e identificando el lugar y su historia.

  La nueva y la anterior construcción están gestadas con ideas que en ambos casos se relacionan con una arquitectura que traspone los límites de lo que se denominaría superficialmente una “arquitectura nacional”.

  Ninguna cultura se ha hecho sola, se ha gestado, desenvuelto y llegado a la plenitud sin nutrirse de otras y/o de su pasado, que es otra cultura pero anterior y que no alimenta a las futuras.

  Hoy se considera propia la arquitectura inglesa de los ferrocarriles, y esto es, a modo de ver de los autores del proyecto, acertado.

  “Porque la arquitectura Argentina está inserta en un proceso histórico que no puede resolverse en la simplificación del espacio definido por sus fronteras; estos límites son totalmente aleatorios y dentro de nuestro espacio físico ya existe una realidad construida en el intercambio con la cultura internacional”. Por esta razón, los arquitectos consideran el patrimonio histórico.

  Dice Ernesto Sábato : “La clave no ha de ser buscada ni en el folklore ni en un supuesto nacionalismo de las formas o las apariencias, hay que buscarla en la profundidad. Si una obra es profunda ipso facto es nacional, porque la creación tiene sus cimientos en la infancia y en donde vivimos y la obra, aunque no se lo proponga y a veces porque no se lo propone expresa de una manera u otra los sentimientos y ansiedades, los dilemas raciales, los conflictos psicológicos que forman el sustrato de una nación en un instante de su historia. A la inversa, si una obra es superficial no la salva su falso nacionalismo”.

  Por esa razón se comenzó aceptando las existencias para partir de ellas y recurriendo a la memoria colectiva, no en un acto conformista de aceptación, pero sí evitando las simplificaciones folklóricas o la importación de modelos que nada tienen que ver con las necesidades y las posibilidades propias que son, en última instancia, la ecuación por resolver.

  El lenguaje de nuestra arquitectura debe y puede solamente surgir como expresión de la realidad actual dada en la complejidad de la ciudad moderna, una ciudad heterogénea que no volverá a ser la ciudad de las casas blancas y las tejas rojas sino una ciudad de torres de cemento y cristal, una ciudad con shoppings, con casas grises oscurecidas por el tiempo, de fábricas y automóviles, una ciudad con carteles de plástico, en la cual se confrontan la ciudad legal y la ciudad marginal, una ciudad con nuevas dimensiones y nuevas escalas de aglomeración.

  Y en el caso de esta obra lo más importante era lograr la unidad en la contraposición y la unión en la desunión.

Descripción funcional
  El restaurant es un conjunto de lugares distintos que se diferencian especialmente entre los espacios internos de los edificios del siglo XIX y la arquitectura contemporánea.

  El acceso es por el área antigua, a través de un arco de ladrillos. Por ese espacio, se ingresa al sector nuevo donde una barra caracteriza casi toda la longitud bajo el plano horizontal de cristal que separa la construcción vieja de la nueva.

  Ese gran salón, que tiene como visual principal los edificios ingleses, se estructura diferenciando con fluidez distintos espacios y sensaciones, logrando que la gran nave lineal se divida en múltiples perspectivas que se rematan en la visión de un espejo de agua enmarcado en madera oscura.

  En el espacio definido por los antiguos edificios se ubica la escalera nueva cercana a la parte baja de la torre que será una cava de vinos protegida dentro de los anchos muros.

  La escalera vincula, a través de un puente vidriado, los dos edificios y accede, en el tanque más bajo, a un salón que conserva todas las características de la arquitectura original, con cuatro ventanas de abrir, muros con molduras y el piso de tablas de madera conservadas desde 1880. Y en la torre, un salón VIP con triple altura, valoriza un espacio de gran verticalidad.


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