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 sábado, 02 de julio de 2005  
Yo creo: "Venganza fríamente ejecutada"

José L. Cavazza / La Capital

Una semana de terror. Una venganza fríamente ejecutada; hemoglobina y adrenalina al tope de la tierra. Hablamos de Quentin Tarantino dirigiendo el capítulo final de la temporada de "CSI". Hablamos del baile de la selección de Brasil contra el conjunto del demacrado Pekerman. Hablamos, obviamente, de la TV. Enterrados vivos. Nick, del equipo de CSI, puesto bajo tierra respirando hormigas coloradas y pólvora, y también Riquelme con sus gladiadores escupidores y carentes de confianza como los Jedis, bajo la fina estrategia del emperador. Una venganza letal como la de "Kill Bill", a lo largo de todo su metraje. Una semana para el infarto. Con los marcianos otra vez asaltando los televisores argentinos, las pantallas de los cines. Pero mejor el infarto post fútbol que escucharlo a Tom Cruise llorisqueando en TV su publicitado amor por la noviecita de Batman. Pero mejor aún la venganza épica samurai, del thriller kung fu y hasta del spaguetti western, que el baile verde amarela. Preferible, Nick escupiendo hormigas rojas y boqueando frente al último taco de aire, que los pekermines escupiendo inoportunas explicaciones post-baile. Mejor la sangre y la violencia más cruda de Tarantino que la intratable capoeira o la Nº5 embolsando la red como un balazo a quemarropa. Todo muy poco creíble, demasiado precipitado. Por cierto, una semana de venganzas. Por Berlusconi bloqueándonos, por el FMI que vuelve a advertir, por la disputa gremial a un paso de la Rosada, por el secuestro de Nick en "CSI", por el gran Adriano bombardeándonos. Los efectos, sin embargo, no son demoledores, sino que llegan envueltos de una lejanía algo mordaz. Como ver en la TV las hazañas de aquellas parejas de asesinos en el oeste norteamericano, que después de un día de esquizofrenia y baños curativos de sangre se sientan a comer un par de hamburguesas perfectas a la vera de la autopista. Por eso, el cuarto gol brazuca fue como ver al psicópata apagando el cigarrillo con el pie descalzo. Soberbia escena; un maravilloso juego de cámaras. Gracias a Dios, todo lo visto en la televisión es irreal. En cualquiera de los casos, el espectáculo mereció la pena.
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