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lunes,
20 de
junio de
2005 |
Editorial
Complicaciones en el tránsito
El crecimiento del parque automotor ha comenzado a crear dificultades. Los síntomas son preocupantes y requieren reforzar las campañas de educación vial y las inspecciones. Urge dimensionar el fenómeno para comenzar a resolverlo.
El tránsito en Rosario es un tema que las autoridades deben observar bien de cerca, investigándolo con rigurosidad y tomando medidas criteriosas al respecto. Es que el crecimiento del parque automotor ha comenzado a dificultar sensiblemente el movimiento vehicular y con ello sobreviene un sinnúmero de problemas, que van desde la conducta irascible de los conductores, un mayor porcentaje de violaciones a las normas de tránsito y, en consecuencia, un alza en el número de víctimas fatales y de heridos, con secuelas físicas y psicológicas por el resto de sus vidas.
Desde ya, se trata de un problema de crecimiento: se vendieron este año un 20 por ciento más de autos cero kilómetro, en tanto la ciudad sigue teniendo el mismo trazado, aunque con algunas mejoras, como la costanera norte, pero que no llegan a atenuar las dificultades de la mayor circulación. Es un cuadro que -por ahora- puede llegar a controlarse con algunas medidas de coyuntura; sin embargo, de sostenerse la tendencia, obligará a tomar iniciativas de intervención sobre el trazado urbano.
No se subestima la tarea que la Municipalidad está desarrollando a través de la Dirección de Tránsito -tal como se dio cuenta en la edición de ayer-, con la instalación de semáforos inteligentes y el mejoramiento de la iluminación en otros. Pero los síntomas que comienzan a aparecer son preocupantes y obligan a revisar y reforzar las campañas de educación vial y la tarea de los inspectores en las calles. Con el motociclista de ayer, en cinco días hubo cinco muertes por accidentes de tránsito. Una cifra que puede interpretarse como azarosa, pero que si se suma a otras del resto del país también puede estar expresando un repunte en el número de víctimas por accidentes. No debemos olvidar que, en este sentido, los números han ubicado a nuestro país entre los primeros del ránking mundial.
Por otra parte, no debemos sujetarnos a las comparaciones con otras ciudades. Hablar de que Rosario sólo sufre una saturación en el tránsito y no de congestión como tiene Buenos Aires es un consuelo menor, que no ayuda a sostener las cualidades que, precisamente, la prestigia y diferencia de las demás. Más razonable resulta reconocer las dificultades para dimensionar el fenómeno y procurar en adelante potenciar todos los instrumentos para ponerle un freno primero y comenzar a resolverlo definitivamente después.
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