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lunes,
20 de
junio de
2005 |
Un encuentro en el frío febrero parisino
Alaniz debe haber sido uno de los últimos santafesinos que se reunió con Saer. Lo visitó en París, en febrero. Lo encontró bien, animado, tanto porque -sin mentirse- creía estar superando el mal que lo aquejaba porque su nueva novela, "La grande", estaba bien encaminada. El mismo le pidió a Alaniz que le tomara fotos para que "los amigos vean que estoy recuperado".
La Santa Fe de los 60 quedó plasmada vividamente en las obras de ficción de Saer. A él nunca le interesó eso, rechazaba todo cuanto pudiera relacionarlo con el costumbrismo y le importaba que su literatura fuera universal. "Uno, cuando lee esas páginas, no sabe si lo que lo está conmoviendo, emocionando, es el valor del texto por sí mismo o si se están mezclando valores estéticos o personales", señala Meyer, quien sin embargo admite que esa Santa Fe desaparecida sigue vive e íntegra en las páginas de Saer.
"Juani -admite Alaniz- se ponía inquieto cuando uno le decía yo terminé de descubrir Santa Fe a partir de tus relatos, porque él le desconfiaba a la cosa regionalista de color local, a él le interesaba lo universal a partir de lo local, pero de todas maneras está claro que la presencia de la región de Santa Fe y de las localidades de la zona están presentes, pero recuperadas desde la más alta literatura, Saer no estaba sentado sobre una cabeza de vaca cantando canciones folclóricas".
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