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domingo,
19 de
junio de
2005 |
[Primera persona]-
Nélida Piñón: "Soy una mujer de ideas, pero no tengo ansias de poder"
La escritora que obtuvo el premio príncipe de asturias devela claves de su obra
Fernando Toloza / La Capital
Nélida Piñón es la mayor escritora viva de Brasil. Esta semana obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y en 1995 había logrado el Juan Rulfo. La autora ha sido traducida al español desde sus primeros libros, como "Fundador", hasta sus obras más recientes, como la novela "La república de los sueños", considerada el gran clásico de la literatura brasileña de las últimas décadas. El año pasado estuvo en Rosario por el III Congreso de la Lengua, adonde llegó como escritora pero también como personalidad pública. "Las ideas las propago sin cobrar, porque quiero un mundo mejor", dice y recuerda que en su larga trayectoria le tocó estar en momentos y encuentros clave de la cultura, como cuando Jorge Luis Borges dio una serie de conferencias magistrales en la Universidad de Columbia y Piñón estaba allí, como estudiante.
De ascendencia española, Piñón habla en un castellano endulzado por el portugués y muy literario. De una personalidad expansiva, sostiene que pesar de participar en todos los encuentros políticos que la invitan "nunca" deja de ser la escritora.
-Dos de sus libros más conocidos, "La república de los sueños" y "El pan de cada día", son muy diferentes, uno es monumental y el otro parece más íntimo. ¿Esa diferencia fue buscada?
-"El pan de cada día" es un libro de muchas reflexiones, un poco a la manera de Montagine, de desarrollar los pensamientos y encontrar aspectos inusitados del día a día. A mí me gusta mucho pensar; tengo un material extraordinario de anotaciones, porque es un ejercicio, no impuesto, que me ayuda a entender en qué mundo estoy. No es un diario, o en todo caso, es un diario de mi mente, de mi pensamiento. En cuanto a "La república de los sueños", es una novela deliberada, y la monumentalidad de la que hablaste sirvió a un propósito inicial: yo sabía que para llegar a ella me tenía que preparar, y lo hice a lo largo de muchos años de mi vida. Era un proyecto grande que abarcaría dos continentes, 300 años, o más, porque hay aspectos en esa novela que llegan hasta el siglo XII.
-¿Qué aspectos llegan tan lejos?
-La mente de los peregrinos, por ejemplo, que afectaron a los pueblerinos de Galicia, en España, y el pedido de que traigan de vuelta las leyendas "robadas", como si las leyendas pudiesen ser transportadas. Tenían la convicción de que los mitos comen a la mesa con nosotros, que están cerca de las sardinas en lata (risas).
-¿Podemos volver a la diferencia entre los libros?
-Un autor tiene muchas facetas y eso es lo que hace su manera de ver el mundo, de pensar y de expresarse. En general, hasta ahora se dice que mis libros son muy distintos unos de los otros. Recientemente salió en Brasil una novela mía, "Voces del desierto", que transcurre en el siglo X. Como verás, transito muchas áreas.
-Antes de pasar por Rosario por el Congreso de la Lengua, estuvo en un foro sobre política en Colombia, con presidentes y ministros. ¿Cómo es la relación de una escritora con el poder?
-Estoy en todos los sitios (risas). A lo largo de los años, me ha tocado conocer a la gente más interesante de muchos países. He podido acercarme a las inteligencias del mundo empresarial, de la sociedad, pero siempre seguí siendo una mujer independiente. Acepto amabilidades humanas, porque el afecto es muy importante, pero sigo siendo la escritora. Tú ves mi biografía, y ves que es una biografía de gran fidelidad a la literatura. Mi estética es la pasión por el texto, de compasión, también diría, que quiere preservar al ser humano. Convivo bien con el poder; sé muy bien que es seductor, pero nunca he tenido cargo público como embajadora, y podría serlo, porque estoy en los centros internacionales, pero no..., sólo quiero vivir en un país y un mundo mejor. Las ideas las propago sin cobrar. Soy una mujer de ideas, que camina hacia el frente. Pero no tengo ansias de un poder oficial. Soy la escritora, que ama el texto y se exalta con el arte.
-¿Cómo se sintió en un congreso sobre la lengua española siendo brasilera?
-En los congresos de español siempre soy minoritaria, la única. Tengo en general una visión crítica pero a la vez agradable, porque no tengo un corazón que se regocije en las observaciones negativas. Más allá del honor de haber participado en el III Congreso de la Lengua, sé que Brasil tiene una presencia muy baja en lo que se refiere a literatura en el mundo hispánico. Nadie tiene mucho interés.
-¿Por qué hay tan poco interés?
-Porque es en otro idioma. Entonces, yo no tengo una biografía oficial. Se dice que soy una gran escritora, como si yo fuese una gran promesa, y uno se acostumbra. Por suerte, tengo el aval de algunos grandes nombres que conocen mi obra, pero son muy pocos los que me han leído en español. Los brasileros somos y hemos sido muy desconocidos, entre otras cosas porque nunca fuimos parte del boom ni nos convertimos en literatura de moda en Europa. Hay que vivir con esto y tratar de mejorar, y esclarecer.
-¿Cómo ha sido su relación con los escritores argentinos? Pienso en la memoria sobre Julio Cortázar en "El pan de cada día".
-También conocí a Manuel Puig, éramos muy amigos. Tuve el privilegio de tratar a grandes escritores argentinos, y la Argentina fue uno de los primeros países que me tradujo, con mi novela "Fundador". Sin embargo, ahora veo que la gente ya no tiene más tiempo para los grandes diálogos o la correspondencia. Conocí a Borges, con quien estuve muchas veces. Hace poco estuve con María Kodama y le recordé unas charlas que Borges dio en la Universidad de Columbia para nada más que diez alumnos. Yo estaba allí y fueron increíbles, y le dije a Kodama que sería muy bueno recuperarlas. Siempre tuve la suerte de estar presente cuando había alguna personalidad en un momento histórico. Eso me hizo crecer mucho como persona y aprender a tener paciencia con el reconocimiento y darle, a su vez, un combate feroz a la vanidad.
-En los cuentos de "Sala de armas", otra de su obras tempranamente traducidas al español, el lenguaje parecía ser por momentos el relato. ¿Le parece posible esa lectura?
-El cuento es una geografía muy pequeña y tienes que medir cada centímetro de lo que estás haciendo y optimizar el espacio narrativo, porque sino queda una historia vacua, tonta. A mi juicio, hay que enriquecer y a veces crear impactos externos e internos. El lenguaje para mí siempre ha sido impactante y me permitía abordar temas inusitados, muy singulares. Lo que yo deseo probar es que el mundo es mucho más misterioso de lo que nosotros creemos. "Sala de armas" fue una celebración de lo inusitado y a la vez de protección de los mundos prohibidos. Los cuentos de ese libro defendían los genios, las personalidades interdictas.
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Fotos
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Tan cerca, tan lejos. Piñón es todavía poco conocida por los lectores argentinos.
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