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 martes, 31 de mayo de 2005  
Efecto Francia. El día después del triunof del "No", la Unión Europea debate sobre su futura Constitución
Inglaterra y la República Checa ahora ponen en duda sus referendos
El premier checo dijo que estudia junto a Austria proponer una consulta popular, pero a nivel continental

París/Bruselas. — El “no” de Francia ha precipitado al bloque de los 25 países de la Unión Europea en una profunda confusión. Mientras aceleró la crisis interna francesa, los jefes de gobierno de dos países que tienen agendados referendos para ratificar la Constitución pusieron ayer en duda su realización: el británico Tony Blair y el checo Jiri Paroubek. Este último aseguró que, junto con Austria, estudia proponer otra clase de referendo, no a nivel de naciones sino europeo. Y el premier británico, desde Italia, donde pasa sus vacaciones, dijo que “es demasiado pronto” para ratificar la convocatoria a la consulta popular.

  En tanto, en Bruselas el día después de la debacle de la Constitución europea en las urnas francesas reinaba la perplejidad, todo estaba parado. Las retrasadas y multimillonarias negociaciones sobre el presupuesto de la Unión Europea y su reparto han quedado paralizadas y las nuevas ampliaciones de la Unión —Croacia, Turquía— son más inciertas que nunca, mientras que tanto el “motor” francés de la UE como el alemán se ralentizan por motivos internos.

  En este clima de desconcierto, las máximas cabezas del continente intentaban poner buena cara al mal tiempo y minimizar los efectos del rechazo francés: el calendario de ratificación de la Constitución seguirá adelante, se afirmó en Bruselas. Pese a que lo que sigue será, casi con certeza, otra derrota por el voto popular. Y en otro país fundador de la Unión original: Holanda, que vota mañana sobre la Constitución europea. El texto, en los planes originales, debía entrar en funciones el 1º de noviembre de 2006. Fecha que ahora fue sustituida por un futuro incierto.

  El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, se pronunció en contra de que se renegocie el texto de la Constitución europea y aunque admitió que el voto negativo en Francia supone un “grave problema”, consideró que sería “insensato pensar en una nueva negociación sobre el texto”. Al respecto recordó que los jefes de Estado o de gobierno de los Veinticinco analizarán la nueva situación en su próxima reunión cumbre, el 16 y 17 de junio en Bruselas. Claro que para esa fecha seguramente deberán sumar otro “no”, el holandés.

El “Plan B”
El presidente de turno de la UE, el primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker, deberá presentar en esa cumbre el “Plan B”, ese que antes del referéndum galo se aseguró una y mil veces que no existía. El camino pasa por un segundo referéndum en Francia, que aunque es miembro fundador del bloque por el momento tendrá una posición debilitada en el círculo de los 25. Claro que la fecha del supuesto nuevo referendo francés es tan incierta como todo el “Plan B”. Según Juncker, sería de “muy mal gusto” pedir a los franceses que vuelvan a votar dentro de poco.

  Condición previa para este plan es sin embargo que el primer ministro británico, Tony Blair, lo apoye. Ha prometido a su población un referéndum sobre la Constitución europea, que en términos jurídicos no sería necesario. Pero en vista de la gran oposición al tratado, Blair podría aprovechar el resultado francés para ahorrarse una derrota en casa. Por el momento deja abierta la posibilidad de bajarse del carro europeísta. Pero entonces el “Plan B” moriría definitivamente. Y ayer Blair puso en duda que decida convocar al referéndum, tras el “no” francés. Es “demasiado pronto” para decidir la convocatoria, dijo el primer ministro desde la región italiana de Toscana, donde pasa unas vacaciones. Blair consideró que un referéndum en Gran Bretaña sólo será posible “si todavía queda un tratado constitucional por ratificar”. Los países miembros de la UE necesitan ahora “tiempo para reflexionar”, agregó. El Reino Unido debía, en principio, llamar a referendo dentro de algo menos de un año.

  Pero en caso de que las cosas salgan como esperan Juncker y Barroso, la cadena de acontecimientos sería más o menos así: pese al temor al referéndum en Holanda y la preocupación que provocan las posteriores votaciones populares en República Checa (sin fecha) y en Polonia (septiembre próximo), todos los miembros de la UE continúan con el proceso de ratificación. Si al final del proceso de ratificación además de Francia han rechazado la Constitución uno o dos países más (algo más que probable), se podría plantear una actuación que ya fue empleada por éxito tras anteriores rechazos en Dinamarca (1992, Tratado de Maastricht) e Irlanda (2001, Tratado de Niza).

  Se haría una nueva campaña para explicar a la gente el farragoso tratado constitucional, para reducir la resistencia a los puntos más críticos que provocaron el rechazo.

  Finalmente, bajo el lema “los hemos comprendido” se declararía que el resto de Europa apoyó la Constitución y que esto demanda su aprobación por parte de los que se alejaron del proceso. “Espero que los franceses escuchen durante su debate a los otros pueblos y que entonces, cuando el Consejo de Europa vuelva a tratar el tema, encontremos medios que nos permitan encontrar una salida a este difícil momento”, dijo Juncker.

  En tanto, ayer los políticos europeos insistían en reproponer la Constitución redactada bajo la batuta de Giscard D’Estaing. El presidente del Parlamento Europeo, el socialista español Josep Borrell, pedía calma. “Todo el mundo sabe que la ratificación durará de todos modos hasta finales de 2006”, afirmó. Por su parte, el alto representante para Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Javier Solana, advirtió a los países del bloque en contra de caer en la resignación tras el “no” de Francia y les instó a buscar con todas fuerzas una salida a la crisis.

  En el marco de la búsqueda de posibles salidas tras el “no” francés, el primer ministro checo, Jiri Paroubek, abogó por un “referéndum a nivel europeo”, iniciativa que, dijo, comparte el canciller austriaco, Wolfgang Schuessel. Por otra parte, Paroubek no descartó que el rechazo francés tenga consecuencias en su país. Hasta la fecha, el jefe de gobierno había privilegiado la celebración de un referéndum para ratificar la Constitución europea, pero ahora dejó claro que tampoco descarta realizar el proceso sólo en el Parlamento.


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Javier Solana explica cómo sigue la ratificación del tratado.

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